Si ha estado leyendo acerca del mercado de Internet de las cosas (IoT), probablemente se esté preguntando por qué todos los murmullos se centran en los productos de consumo, como portables para mejorar la salud, tecnologías inteligentes para el hogar, o vehículos inteligentes para un manejo más seguro.
No hay duda de que los productos de consumo que se promocionan excesivamente en la actualidad están provocando debates profundos en las salas de juntas y muchas inversiones de sociedades de riesgo. La razón de esto es que el mundo siempre se ha visto fascinado por las formas en que la tecnología mejora nuestras vidas. El interés en la tecnología futurística nos da la esperanza de que podemos encontrar soluciones a problemas complejos y a los desafíos de todos los días.
La capacidad, por ejemplo, de regular el termostato desde su teléfono inteligente no representa cabalmente la oportunidad que significa IoT. La verdad es que la amplia gama de posibilidades que genera IoT continúa creciendo y hoy las empresas de todo el mundo se percatan de ello.
El impacto de estas tecnologías está revolucionando fundamentalmente la forma en que las empresas hacen negocios y están posibilitando avances en la productividad que se comparan con la llegada de la computación misma.
Sólo imagine la transformación que se está dando, por ejemplo, en las líneas ferroviarias de Estados Unidos. Anteriormente, un conductor aplicaba los frenos manualmente cuando avistaba una locomotora demasiado cerca. Hoy, las empresas ferroviarias operan a través de sistemas centralizados que saben la ubicación exacta y la actividad de todas las locomotoras en su red. La velocidad del tren se regula automáticamente no sólo para evitar colisiones sino para optimizar el consumo de combustible y mejorar la eficiencia en general, con el potencial de generar aproximadamente 200 millones de dólares en ganancias por el incremento de cada 1 mph en la velocidad promedio de la formación.
Entonces, mientras los teléfonos inteligentes, los televisores inteligentes, los artefactos inteligentes y los automóviles inteligentes pueden seguir cautivando la imaginación de los consumidores, todavía hay mucho por ganar con las implementaciones en empresas. Sin embargo, existe una diferencia fundamental al implementar iniciativas de IoT en las empresas. Analicemos los motivos.
Los casos de uso de IoT impulsados por el consumidor generalmente han sido diseñados sobre una arquitectura de dos niveles en la cual el dispositivo se conecta directamente a un servicio basado en la nube/centro de datos. En este modelo, el dispositivo transmite todos los datos al data center donde ocurre el análisis y, de requerirse una acción, ésta luego es comunicada de regreso al dispositivo periférico. Básicamente, esta arquitectura funciona para los casos de uso de consumidores por dos motivos: disponibilidad de ancho de banda y ausencia de toma de decisiones donde el tiempo es crucial.
En una aplicación para el consumidor, éste paga por el ancho de banda, de modo tal que crear una aplicación con un uso relativamente intensivo del ancho de banda no impacta demasiado en el proveedor de la aplicación. Para el caso de una empresa, la situación es diferente. Cada byte cuenta. De hecho, recortar un solo byte de un mensaje puede ahorrarle millones de dólares a la empresa en costos de transmisión en casos de uso de IoT industrial. Por tanto, tomar en cuenta las consecuencias del ancho de banda en sus diseños se ha convertido en un factor crucial para los arquitectos del IoT empresarial.
En segundo lugar, a los consumidores no les preocupa de sobremanera la cantidad de tiempo que les lleva tomar decisiones. Por ejemplo, cuando se instruye a un termómetro Nest subir tres grados el aire acondicionado, probablemente esté bien que le lleve un par de minutos hacerlo. Pero, una vez más, esto no aplica para la empresa. En un entorno empresarial esencial para la misión, las decisiones se miden en fracciones de segundo. Imagine si el sensor de tensión de su red eléctrica esperara tres minutos para aumentar la capacidad en línea cuando la tensión comenzó a caer. Redes eléctricas enteras podrían fallar y se perderían miles de millones de dólares en equipamiento.
Estas consideraciones en definitiva nos hacen dar cuenta de que una arquitectura de dos niveles es demasiado lenta para datos importantes y demasiado costosa para datos irrelevantes.
En su lugar, ha surgido una arquitectura de tres niveles diseñada en torno a un nuevo nivel intermedio (o controlador) funcionalmente capaz. Este nivel de controlador básicamente actúa como centro de datos de primera línea, recopilando, analizando y actuando en función de los datos que recibe de sus sensores y dispositivos conectados. Estos controladores son lo suficientemente inteligentes para actuar con rapidez, mientras devuelve sólo la información resumida más importante al centro de datos.
Este concepto de Procesamiento de Campo Cercano o Near Field Processing permite tomar decisiones lo más cerca posible al extremo de la red y requiere que una menor cantidad de datos recorra el camino hacia el centro de datos.
Tomar medidas estando próximo al extremo en última instancia minimiza los costos de transmisión y reduce los horizontes de toma de decisiones, lo que le permite pasar de la información a la decisión con mayor rapidez y lograr que el Internet de las Cosas sea una realidad para la empresa.
En el pasado, sólo las empresas con presupuestos muy abultados eran capaces de beneficiarse de la recopilación de datos de dispositivos distribuidos para una mejor toma de decisiones y obtención de ingresos adicionales. Hoy, la economía de la arquitectura de IoT: el hardware, la naturaleza ubicua de la conectividad, Big Data y el análisis, y las expectativas del consumidor están ampliando IoT en forma dramática y haciendo posible que todas las empresas –no sólo los consumidores– se beneficien.
Por Chris Gray, Director de Sistemas Integrados e Inteligentes de Red Hat