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El desafío de América Latina es la banda ancha

La mitad de la población de América Latina, unos 300 millones de habitantes, carece de acceso a Internet, un problema que la región debe superar en los próximos dos años si espera competir con las naciones desarrolladas.

«Es una vergüenza», enfatiza Rodrigo Ramírez subsecretario chileno de Telecomunicaciones, y quien este año es el presidente de turno de Regulatel, un organismo que fomenta la cooperación y coordinación de esfuerzos entre las organizaciones de reguladores y que promueve el desarrollo de las telecomunicaciones en América Latina.

A juicio del viceministro chileno, que la región esté recibiendo múltiples inversiones y haya una gran competencia en el sector, y que al mismo tiempo la mitad de sus habitantes carezcan de Internet «es un golpe bajo» para el futuro.

«Las brechas de desigualdad de las personas que no están conectadas hoy en el continente tienen que ser abordadas mediante un pacto social, tiene que haber una conversación seria entre los actores y el Estado», asevera.

Para el subsecretario chileno de Telecomunicaciones, el desafío de los gobiernos es que América Latina esté enlazada digitalmente por completo en los próximos dos años.

«El futuro está a la vuelta de la esquina», porque las grandes potencias ya están inmersas en la tecnología 5G, subraya.

«Qué significa eso?, que mientras muchos países de nuestra región recién están implementado toda su red 3G, otros como Chile, Colombia, Brasil, República Dominicana y Costa Rica, están en un proceso de maduración del 4G, y Europa ya nos está presionando con el 5G», explica.

La tecnología 5G «es uno de los adelantos digitales más fantásticos», porque conecta objetos, no sólo personas, y así «se pueden tener industrias inteligentes, ciudades inteligentes».

«En Chile tenemos dos proyectos interesantísimos, uno es en Codelco, la minera estatal más grande del mundo, y permite, mediante sensores, manejar totalmente desde Santiago la operación de una mina», explica.

Y lo mismo sucede con las instalaciones de la Empresa Nacional del Petróleo (Enap) en Punta Arenas, la ciudad austral situada a más de 2,000 kilómetros de Santiago, «parte de cuyo proceso está sensorizado».

La economía digital significa un enorme cambio cultural en la región, puntualiza el subsecretario Ramírez.

«Tenemos que crear dos condiciones, un mercado digital único y armonizar el espectro, la banda a nivel continental», detalla.

Si América Latina desea desarrollar el llamado «Internet de las cosas» (5G), se necesita una armonización dentro del continente para que países como Bolivia o Paraguay, que aún están muy limitados en ese aspecto, también puedan beneficiarse.

«Si utilizamos una misma banda o bandas distintas o bandas muy altas o muy bajas, los países más pobres no van a poder ir a ese ritmo. En cambio si hacemos una armonización en conjunto, toda la transferencia de conocimiento de una experiencia a otra se hará en tiempo real, y se pueden implementar mejores procesos tecnológicos de cambio», subraya.

Ramírez prevé que el acceso a internet también traerá aparejado el despegue de las carreras técnicas, que se convertirán en un fenómeno del capital humano 4.0.

América Latina debe asumir esa prioridad pensando que la población está envejeciendo.

«La demanda en Chile de puestos de trabajo vinculados a la nube, el big data, la computación y la astroinformáticas será de unos 14,000 el próximo año, y en América Latina, de casi 138,000»,señala.

Pero el sector también tiene su lado «oscuro», ya que los servicios de telecomunicaciones son los que mayor cantidad de quejas y reclamaciones reciben, junto con los farmacéuticos y los bancarios.

«Necesitamos reglas claras para las inversiones, para poder atraer capitales», subraya incidiendo en el rol de supervisor del sector público.

Y las empresas también deben asumir su responsabilidad, especialmente en materia de infraestructura y su relación con el entorno.

No obstante, las reclamaciones han ido disminuyendo, puntualiza. «Las empresas de telecomunicaciones cotizan en bolsa y las transacciones tienen en cuenta la relación con la comunidad, los reportes de sustentabilidad. Eso hoy vale dinero».

«Porque lo que hoy día es tecnología, tal vez dejará de serlo en seis meses. Y el regulador tiene que ir a la par con ese cambio», enfatiza el subsecretario de Telecomunicaciones.

EFE