En Europa, los servicios de emergencias confían cada vez más en los drones para ayudarles a salvar vidas, ya sea para localizar personas en sitios de acceso complicado, monitorear el avance de incendios o transportar medicinas a localidades aisladas.
La Asociación Europea del Número de Emergencias 112 (EENA) reunió hoy en Bruselas a cuerpos de emergencias, ingenieros, empresarios y reguladores para abordar el potencial de estos dispositivos aéreos pilotados a distancia y compartir buenas prácticas.
‘A día de hoy los estamos viendo mucho en operaciones de búsqueda y rescate y en todo tipo de apoyo a bomberos’, explicó Alfonso Zamarro, coordinador del proyecto piloto que EENA y el fabricante de drones DJI pusieron en marcha en 2015 para analizar su uso sobre el terreno.
Los drones también se utilizan a nivel policial ‘para dar apoyo en grandes eventos, en situaciones antiterrorismo o búsqueda de personas huidas o perdidas’, para evaluar el estado de las víctimas tras una catástrofe y dar prioridad a las que estén críticas y cada vez más para la entrega de medicamentos.
Su uso depende del equipo que se cargue en ellos, que con frecuencia consiste en cámaras y sensores de infrarrojos o temperatura que permiten, por ejemplo, localizar el foco de un incendio, medir la temperatura y determinar si hay personas en el interior de un edificio solo con hacerlo volar a cierta distancia.
En el reciente derrumbe del puente Moriandi en la ciudad italiana de Génova, por ejemplo, los bomberos utilizaron dos drones para vigilar si había riesgo de que cayeran los materiales que colgaban de la estructura sobre los equipos de rescate que trabajaban debajo.
También fueron utilizadas las imágenes captadas por los drones para elaborar un mapa y decidir cómo proceder al rescate.
En Norfolk (Reino Unido), un dron permitió a la Policía localizar a un hombre que había quedado atrapado hasta el cuello en un lodazal al captar imágenes del rastro que dejó al adentrase en él, tras día y medio de infructuosa búsqueda con helicópteros.
El sargento Danny Leach, que pilotó el aparato, explicó que la ventaja del dron es su capacidad de volar a baja altura, por lo que es especialmente bueno para búsquedas en bosques densos, ya que puede incluso separar las hojas, o en el agua porque permite mirar bajo la superficie.
Casos de éxito como estos, presentados hoy en la conferencia, explican el uso cada vez mayor de un aparto que encuentra su principal barrera en la limitada autonomía de sus baterías, pero también en la necesidad de que los cuerpos estén entrenados no solo para volarlos, sino para analizar los datos.
De cara al futuro, explica Zamarro, el reto está en automatizar la navegación para que puedan volar sin piloto y libere efectivos para otras tareas y en desarrollar inteligencia artificial o programas que permitan procesar la enorme cantidad de información que pueden recolectar.