Jair Bolsonaro ha encontrado en Internet un campo de batalla crucial en estas elecciones. Con más de 8 millones de seguidores en Facebook, no ha aceptado el debate televisivo, como tradicionalmente culminan las campañas.
El candidato presidencial ha encontrado un nuevo concepto de hacer política en la redes sociales, evitando intermediarios y esquivando las críticas. Tiene un control casi absoluto sobre su mensaje. Da la espalda a los debates y también a los mítines, después de que un desequilibrado con simpatías izquierdistas lo acuchillara; acude los medios tradicionales lo justo y solo los que le sean afines y otros terrenos seguros.
Sin un partido potente ni aliados evidentes y con solo ocho segundos de propaganda frente a partidos de toda la vida, el exmilitar planificó una estrategia volcada en redes, un ecosistema que premia y potencia el trivialismo, el radicalismo y el histrionismo. Un terreno fértil donde difundir su cultura ultraderechista conservadora, sin renunciar a distorsiones o mentiras flagrantes.
“Bolsonaro utiliza Facebook para difundir su agenda, para hablar a sus bases que no confían en los grandes medios. Cuando quiere moderar su discurso acepta dar entrevistas en televisión, para evitar señales en los mercados y las instituciones… Recurre a Twitter para responder rápido a los temas polémicos… Utiliza los grupos de WhatsApp como clubes de fans en los que se puede ser parte de su red…” explica Francisco Carvalho de Brito, director de Internet Lab.
Facebook cerró 69 páginas y 43 cuentas vinculadas al grupo empresarial Raposo Fernández Asociados, por violar las normas sobre spam y trasgiversación, pero la tecnologíca rechazó la petición de reducir en Brasil el límite de personas a las que se puede reenviar mensajes de 20 a 5, como ocurre en India.
“Es muy preocupante, caminamos en hielo porque las fake news se fabrican a escala industrial, pero la verificación de la información es un proceso que lleva mucho tiempo”, indicó Thiago Tavares, director de Safernet, una ONG que analiza las redes en búsqueda de posibles delitos, informa France Presse.
La página oficial de Facebook de Bolsonaro tiene 8 millones de seguidores, aún lejos de sus 49 millones de votos en primera vuelta.
Desde la creación de su página en Facebook, Bolsonaro utilizó de manera intensiva el canal para difundir la agenda que defendía como diputado federal: la oposición al proyecto de ley que criminaliza la homofobia, su propuesta de votar con papeleta para evitar un supuesto fraude en las urnas electrónicas, el rechazo de una Comisión de la Verdad que investiga abusos cometidos por el Estado durante la dictadura militar, etc.
Pero Bolsonaro no descuida WhatsApp al que tanto debe. El año pasado le dedicó un proyecto de ley.