En Europa, unos 7 millones de drones recreacionales y 400,000 profesionales surcarán a diario sus cielos en los próximos 15 años.
Este sector, que genera un negocio de 14,000 millones de euros en la Unión Europea (UE) y 110,000 puestos de trabajo, exige una regulación que ya se está aplicando y una infraestructura de control en la que se trabaja desde ahora.
Habrá aeropuertos para drones, pasillos aéreos, normas de circulación y sistemas de regulación del tráfico que aprovechan la red de telefonía móvil, la inteligencia artificial y la automatización.
Uno de los problemas más serios es el control del tráfico aéreo sobre zonas urbanas, por debajo de la capa por la que vuelan los aviones actualmente y fuera de los espacios restringidos para ellos.
Esa parte seguirá con los mecanismos actuales de control, pero el resto estará completo de drones.
Para el control de estos últimos (identificación, plan de vuelo, seguimiento, observancia de las normas y modificaciones de intenciones) se trabaja con el uso de la red de telefonía móvil como la fórmula más adecuada.
Los drones estarán obligados a llevar un dispositivo como la tarjeta SIM, sin la que no podrán volar, advierte Javier Barcala, responsable del área de Drones de UTM (Unmanned Traffic Management) en Indra.
Barcala explica que esta conexión permanente permitirá las labores de control automatizadas y evitar conflictos o accidentes. El sistema generará órdenes a los pilotos o al propio dispositivo.
La llegada inminente de 5G, que multiplica la capacidad de intercambio de información y velocidad de respuesta de los dispositivos a las órdenes, facilitará estas labores. Pero aún así, esta banda, que tendrá zonas de sombra durante un tiempo o pueden presentar suspensiones o fallas temporales, se complementará con otros sistemas de radiofrecuencia.
‘Dronopuertos’ y vías aéreas
Conforme avance el transporte de mercancías y de personas, se generarán estructuras aéreas virtuales, indica Javier Viejo, Director de UTM. Serán como pasillos aéreos asignados para el vuelo ordenado, a velocidades y altitud obligatorias, con el fin de maximizar la seguridad y evitar impactos.
También se articularán sistemas avanzados de información meteorológica a escala muy local y se va a interactuar con las estructuras de la ciudades inteligentes. ‘No habrá semáforos ni glorietas, pero si gestión automatizada del tráfico’, Indica Barcala.
La ciudades deberán habilitar lo que Viejo se aventura a bautizar como ‘dronopuertos’, espacios en los que se estacionan los vehículos voladores y seguir por carreteras y calles o bien, optar por otros sistemas de transporte convencionales. Ya se trabaja en qué tipo de infraestructura se necesitará y que tendrá que incluir puntos de recarga, ya que el futuro es eléctrico.
Por ahora, Uber quiere comenzar sus vuelos en 2023, es decir, en solo cinco años. Audi, Airbus e Italdesign presentaron ya el prototipo del Pop.Up Next, un vehículo de dos plazas, 100% eléctrico, autónomo y capaz de circular tanto por carretera, como volar, gracias a sus sistemas de despegue y aterrizaje vertical y a su estructura modular, que le permite dividirse en tres partes totalmente independientes, según vaya a transitar por el cielo por las carreteras.