En Argentina, comienzan a cobrar popularidad las aplicaciones de transporte privado operado exclusivamente por mujeres conductoras, ante los casos recientes de abusos cometidos por choferes.
En 2018, una pasajera denunció a un conductor de Uber por violarla, otra más sufrió una agresión, una tercera fue drogada con ‘burundanga’ y otro grupo de chicas compartieron en Twitter su experiencia con un chofer que les sacó fotos y las grabó sin su consentimiento.
En 2016, la taxista María Eva Juncos en la ciudad de Rosario, lanzó She Taxi, que ofrece la posibilidad de pedir hasta 130 taxis en la ciudad manejados por mujeres.
A pesar de que esta app ofrece transporte ‘mixto’, el 90% de los pasajeros que la utilizan son mujeres.
En sus inicios, el servicio fue bien recibido por las mujeres, quienes a veces realizaban hasta 20 pedidos de forma simultánea, recuerda María Eva Juncos.
Mientras tanto, en Buenos Aires comenzará a operar próximamente SaraLT, una aplicación similar a Cabify pero de uso exclusivo para mujeres y niños y solo con choferes femeninas.
La plataforma ya cuenta con 1,200 conductoras registradas y unas 27,000 descargas por parte de futuras usuarias que ‘no se sienten seguras a la hora de viajar’, según afirma Felipe Martínez, director regional de la aplicación.
‘Lo vemos en la tele todo el tiempo, sucede en la calle, pasa en los trenes, pasa en los colectivos… No todos los hombres son así pero hay muchos que se pasan de palabras, la mujer siente un poco más de desconfianza’, relata Martínez.
Incluso el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires se sumó a esta tendencia, al introducir este año 2,000 nuevas taxistas para reducir la ‘brecha de género’ en el sector e incorporar en su aplicación BA Taxi la opción de elegir una taxista mujer sólo para usuarias, dado que ellas realizan casi el 70% de los viajes.