‘Que usted viva en tiempos interesantes’ no es, de hecho, como muchos creen, un antiguo dicho chino. Es más probable que sea una frase inglesa, acuñada al final del siglo 19 como una inadecuada traducción de la frase original en chino.
La premisa de esta expresión es que es mejor vivir la vida en paz (incluso si es un poco aburrido), que vivir en tiempos de cambios demasiado rápidos, que normalmente se asocian con las guerras y calamidades.
Pero en el mundo de la tecnología, irónicamente, los cambios rápidos son la única constante. De hecho, vivimos en un momento interesante, en el que surgen nuevas tecnologías todo el tiempo y a veces, resultan ser un fracaso. Es interesante porque cuando una tecnología se pone en marcha, las predicciones sobre cómo se va a utilizar en la práctica y cómo afectará la vida de las personas, no siempre son correctas.
Vea el ejemplo de los teléfonos inteligentes. Hubo un tiempo en que para programar un compromiso con alguien era necesario elegir una hora y un lugar específico para que los dos individuos pudieran reunirse e intercambiar experiencias. En aquel momento, dudo que alguien pensara que un teléfono inteligente no sería utilizado sólo como un teléfono móvil, sino también como cámara, dispositivos de grabación e incluso como un maletín.
¿Algún día se imaginó que muchas personas podrían preferir comunicarse a través de mensajes de texto, o utilizando aplicaciones como WhatsApp y Snapchat, en lugar de las tradicionales llamadas de voz?
Lo que estoy tratando de decir es que nunca se sabe cómo las nuevas tecnologías se utilizarán con el tiempo. Y, sí, estoy hablando acerca del Blockchain.
El Blockchain (a veces llamado de forma genérica, ‘almacenamiento distribuido‘) es la nueva sensación del momento y parece que esta cuestión ha sido planteada en casi todos los debates en la actualidad.
Aunque esta definición pueda ser considerada una simplificación excesiva del término, en esencia, el almacenamiento distribuido es una nueva forma de guardar los datos de manera compartida, manteniendo los datos actualizados.
Como toda nueva tecnología, el secreto está en cómo las empresas –tanto las organizaciones de servicios financieros como los proveedores de tecnología– van a utilizar estas capacidades.
Un estudio del Foro Económico Mundial estima que en 2027, alrededor del 10% del PIB mundial ya estará en el Blockchain. Como vivimos en una era de exponencialidades, para pasar del rango del 10% al 50% o más, seguramente no tomará otros 10 años, sino puede ocurrir tan sólo en los tres o cuatro años siguientes.
El estudio ‘Banks will quintuple spending on blockchain by 2019′ establece que las inversiones en el Blockchain serán de alrededor de 400 millones de dólares en 2019. Los bancos están haciendo grandes apuestas en esta tecnología, según se muestra en la investigación de servicios financieros del Aite Group.
Desde el punto de vista de prevención de lavado de dinero, sin duda, muchas preguntas surgirán. Por ejemplo: ¿Es posible que el almacenamiento compartido permita una mayor transparencia con relación al origen y al uso de cada transacción? ¿O más alto nivel de anonimato? ¿Cuáles son las nuevas topologías de Lucha Contra el Lavado de Dinero (AML) que podemos esperar? La respuesta dependerá de cómo la industria se aprovechará de las nuevas capacidades tecnológicas.
Por último, algunas compañías están trabajando para entender cómo esta nueva tecnología puede ser utilizada y lo que puede significar para el futuro de la industria financiera.
Vivimos en tiempos interesantes. Los almacenamientos distribuidos pueden provocar una revolución en el escenario de la lucha contra el lavado de dinero, lo que lleva a una mayor cantidad de información disponible y transparencia.
Según los expertos, la tecnología del Blockchain tiene el potencial de cambiar los servicios financieros tan profundamente como la internet ha cambiado la industria de medios y entretenimiento. Lo mejor para las organizaciones de servicios financieros es que se mantengan al tanto de estos cambios, para que se preparen para el impacto que pueden enfrentar en el futuro.
Por Raúl Rodríguez, VP Latin America North Cone de NICE