La industria de los coches autónomos en China está transformando el panorama laboral y tecnológico del país, prometiendo revolucionar el transporte y generar un nuevo ecosistema de trabajo centrado en vehículos inteligentes y conectados.
Con iniciativas como ‘Made in China 2025’ y el ‘Plan de Desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA)’, el sector ha experimentado un notable crecimiento, aunque enfrenta desafíos relacionados con barreras tecnológicas y regulatorias.
Un estudio de la revista China Science Investment revela que el 86% de los encuestados identifica las limitaciones tecnológicas como el principal obstáculo para la adopción masiva de esta tecnología.
China ha realizado importantes inversiones en investigación y desarrollo de vehículos autónomos. En julio de este año, el Ministerio de Industria seleccionó 20 ciudades como zonas piloto para la integración de infraestructura y vehículos.
A pesar de los avances, solo el 14.75% de la población confía plenamente en la seguridad de los vehículos autónomos, lo que subraya la necesidad de aumentar la aceptación social. Empresas locales como Pony.ai, Baidu y Huawei lideran el desarrollo en este campo, pero deben enfrentar la competencia internacional y preocupaciones sobre la fiabilidad de la tecnología.
En Pekín, se anunció una inversión de 9,939 millones de yuanes (1,416 millones de dólares) para desarrollar la infraestructura necesaria, financiada en un 70% por el Gobierno y el 30% por empresas estatales.
Este entorno en crecimiento ha dado lugar a nuevas profesiones, que van desde ingenieros de software hasta operadores de seguridad remota, adaptando el mercado laboral a las necesidades emergentes del sector. La demanda de evaluadores de vehículos, técnicos de mantenimiento y desarrolladores de software avanzado ha crecido, todos roles necesarios para asegurar la seguridad y eficiencia de los vehículos autónomos.
Jia Binmin, ingeniero de pruebas en Pony.ai, menciona que el avance de la conducción autónoma ha traído innovaciones en la tecnología automotriz y la creación de nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, también destaca que cada componente del kit de conducción autónoma está vinculado al empleo y el desarrollo económico en sectores muy específicos.
A nivel global, se proyecta que el mercado de vehículos autónomos alcanzará los 1.5 billones de dólares para 2030, según un estudio de McKinsey. Este crecimiento impulsará la demanda de profesionales altamente especializados en ingeniería y software, aunque la dependencia de tecnologías avanzadas como LIDAR y sensores presenta un desafío significativo para la escalabilidad de la industria.
La falta de confianza del público y las regulaciones inadecuadas son obstáculos adicionales. Expertos advierten que las leyes actuales aún no están bien adaptadas para abordar la responsabilidad en caso de accidentes, lo que plantea un desafío legal importante.
Jia también observa que, a pesar de la incredulidad inicial sobre la conducción autónoma, el progreso tecnológico y los esfuerzos realizados han comenzado a cambiar la percepción pública.
En China, los niveles de conducción autónoma se clasifican en cinco categorías, donde el L3 permite asistencia al conductor y los niveles L4 y L5 representan la conducción altamente automatizada y completamente autónoma, respectivamente. La competencia se desarrolla entre empresas tecnológicas como Baidu y Didi, fabricantes de automóviles como GAC y Geely, y startups como Pony.ai y WeRide.
Mientras las empresas tecnológicas y emergentes avanzan hacia niveles más altos de automatización, los fabricantes de automóviles se concentran en tecnologías de asistencia al conductor. A pesar de las barreras tecnológicas, la industria también debe enfrentar desafíos sociales.
La automatización del transporte tiene el potencial de transformar sectores como la logística y el transporte público. Sin embargo, su implementación efectiva se encuentra en etapas iniciales y los resultados son inciertos. La industria debe seguir adaptándose a un entorno complejo y lleno de desafíos tanto tecnológicos como sociales.