A medida que la red es usada por más usuarios y los proveedores de contenido y de servicios en la nube mueven mayor cantidad de datos, es posible observar la expansión de una brecha en la Autopista de la Información.
Las transacciones individuales para los usuarios tienen ahora la posibilidad de acaparar una cantidad considerable de recursos de la red. Este no era el caso cuando la red solo tenía que transmitir tráfico de voz y acceso básico a Internet.
En América Latina en particular, este embotellamiento está formándose con cierta rapidez. En un estudio realizado conjuntamente con IDC en febrero 2014, se reveló que el 80% de los líderes corporativos de informática de la región indicó que anticipaba que las necesidades de conectividad de sus organizaciones prácticamente se duplicarían en los siguientes 24 meses.
Los líderes en América Latina estiman que un 45% de su tráfico de red proviene de tablets o teléfonos inteligentes y atribuyeron el cambio en sus necesidades de conectividad empresarial a aplicaciones como video, comunicaciones unificadas, aplicaciones de uso compartido de archivos y una creciente demanda de servicios adicionales.
Desde exigencias centradas en el negocio hasta la interacción del software y hardware, es evidente que los grandes cambios están llegando a los mercados de América Latina y el Caribe.
Lo que los usuarios desean y lo que las redes pueden ofrecerles constituye un desafío porque las redes de la actualidad – creadas con una combinación de hardware antiguo y soluciones de próxima generación – no están diseñadas para brindarle al usuario lo que necesita en tiempo real. No obstante, con nuevas redes inteligentes basadas en software, podemos dejar de depender de recursos físicos solamente para satisfacer los requisitos del usuario. Estamos pasando a un mundo en el que se espera que las redes proporcionen servicios y capacidad cuando se necesita: bajo demanda.
Por ejemplo, los proveedores de servicio en la nube y de video en streaming procuran mantenerse a la vanguardia, creando nuevas aplicaciones y servicios over-the-top, los cuales, a su vez, están generando patrones de tráfico impredecibles. Los proveedores de servicio en la nube como Dropbox tienen estrictos acuerdos de nivel de servicio que, básicamente, garantizan un nivel de conectividad y servicio interrumpido (‘always on’), y la globalización de estos proveedores de servicio en la nube implica el pasaje de un uso predecible en horas pico a picos de uso que pueden suceder en cualquier momento.
Cada día se conectan a la red más dispositivos y usuarios. Solo en América Latina, IDC calcula que el mercado IoT llegará a ser un negocio de aproximadamente 4 mil millones de dólares para finales del 2014, con una tasa de crecimiento anual compuesto del 30% hasta el 2017. Esto significa que los proveedores de servicios necesitan una infraestructura que sea programable y capaz de asimilar los picos de tráfico repentinos e impredecibles.
Aunque el horizonte de 4G en América Latina y el Caribe aún se encuentra en su fase inicial, la infraestructura de redes debe continuar evolucionando y escalando. Pero la capacidad de entregar o modificar sobre la marcha un servicio existente – y que la red sea capaz de proporcionarlo – sigue eludiendo a muchos proveedores de servicio.
Al igual que en una carretera para automóviles donde se necesita tiempo para pintar nuevas líneas, instalar nuevas señales y notificar a los conductores de las nuevas regulaciones, hoy en día la implementación o modificación de un servicio al cliente individual puede tardar más de 60 días, sin mencionar los 18 meses o más que lleva la creación y salida al mercado de un nuevo marco de servicio. Esto no es ‘Internet veloz’ poniendo en desventaja a los proveedores de servicio en su búsqueda de nuevos ingresos.
A pesar de sus beneficios, las redes basadas en protocolos son rígidas y segmentadas. Para permitir todas las aplicaciones posibles que los clientes desean, los proveedores de servicios deben cerrar lo que se conoce como la ‘brecha de agilidad’, haciendo que la red sea más dinámica y programable.
Las redes de la actualidad pueden cerrar la brecha de agilidad incorporando un nuevo atributo esencial: la apertura. Las redes tienen que ser abiertas a aplicaciones de software de terceros, programables y automatizadas para responder a las solicitudes hechas por dichas aplicaciones. La apertura aprovecha los principios de redes definidas por software (SDN) para liberar a la red de las limitaciones de las operaciones basadas en protocolos y poner en control a la inteligencia y la agilidad del software (y el poder de la informática moderna). La apertura hace que la red sea más adaptable y flexible – requisitos esenciales para el mundo ‘siempre conectado’ de la actualidad.
Mediante la programabilidad del software, los operadores pueden habilitar un terreno virtual de pruebas para nuevos tipos de servicio, cuya implementación puede ser más rápida que el tiempo proyectado de 2 a 18 meses en una red estática basada en protocolos. Los cambios son mucho más fáciles de implementar cuando lo que debe cambiarse puede hacerse con solo un ‘clic del ratón’.
Por Héctor Silva, Director de Tecnología CALA de Ciena