En Suecia unas 5,000 personas llevan implantado en su mano un dispositivo que utilizan para subirse en el tren, ingresar a sus oficinas o al gimnasio, sacar fotocopias e incluso comprar aperitivos en máquinas expendedoras.
Este desarrollo podría aplicarse en el futuro en el ámbito de la telemedicina, cuya importancia ha quedado de manifiesto con la actual pandemia.
‘Hemos pasado de tener computadoras muy grandes a móviles y wearables. El siguiente paso es un dispositivo implantable’, explica Juanjo Tara, cofundador y CTO de Dsruptive.
Esta compañía sueca vende cada mes cerca de 1,000 dispositivos NFC. El primer trimestre de 2020 envío 1,000 unidades a Estados Unidos, 500 a Japón y 500 Inglaterra.
Tara calcula que unas 50,000 personas en el mundo pueden tener un implante de este tipo. ‘Solo vendemos a empresas que después crean sus propios desarrollos para utilizarlos. No sabemos hasta qué punto los están implantando’, indica.
‘Instalar un dispositivo wearable permite la reducción de interacciones entre humanos y máquinas. Esto es importante porque podemos acortar tiempos que utilizamos en acciones muy repetitivas en el día a día, como abrir puertas o pagar’.
Existen compañías como Dangerous Things o Biohax que exploran las posibilidades de estos implantes. El de Dsruptive se usa principalmente en tres ámbitos: para viajar en diferentes medios de transporte, en acceso a recintos y como medio de almacenamiento de información privada.
Los perfiles de quienes apuestan por introducir esta tecnología en su cuerpo varían mucho: tanto mujeres como hombres de 18 a 60 años.
Implantarse el dispositivo cuesta entre 150 y 200 euros. En Suecia es legal hacerlo en estudios de tatuajes y piercing, porque está considerado como un piercing subcutáneo. En Japón y Londres solo se realiza en clínicas privadas.
‘Queremos asegurar que la gente confíe en que se puede quitar y poner fácilmente’. El dispositivo está pensado para aguantar en el cuerpo al menos 25 años. Pero en cualquier momento se puede acudir a una clínica para que lo retiren o lo reemplacen.
El dispositivo, que cuenta con un LED que se ilumina cada vez que se activa, no funciona con batería. Usa la tecnología NFC que hoy en día tienen miles de tarjetas de crédito. También tiene un dispositivo implantado. Basta con acercar un smartphone a su mano para que se abra en una ventana su perfil de LinkedIn.
Para grabar, leer o eliminar información en el dispositivo, se necesita una aplicación. Hay diferentes alternativas para realizar este tipo de acciones sobre etiquetas NFC en la Play Store y en la Apple Store.
El fundador de Dsruptive lo compara con una memoria USB: ‘Puedes modificar con el móvil la información que tienes dentro. Solo hay que acercarlo a la mano e indicar que quieres grabar una nueva información’. Para poder acceder con él al trabajo o al gimnasio hay que registrar el implante en el sistema, al igual que se haría normalmente con una tarjeta tradicional.
El espacio de almacenamiento es la principal limitación del dispositivo, según Tara: ‘No queremos hacer implantes muy grandes. Este mide 2 mm de ancho y 15 de alto. Tiene dos kilobytes de memoria, que son unos 2,000 caracteres de información. Ahora, el reto tecnológico es crear la microelectrónica dentro, para que el dispositivo sea más complejo sin ampliar el tamaño’.