La inteligencia artificial (IA) está generando una gran cantidad de imágenes de abuso sexual infantil, lo que amenaza con desbordar la capacidad de respuesta de las fuerzas de seguridad en algunos países y complica la identificación de víctimas, según advierte Nayelly Loya Marin, jefa del Programa Global contra el Ciberdelito de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).
La principal preocupación no radica solo en el volumen de material generado, sino en la complejidad que esto añade a las investigaciones.
Distinguir entre imágenes reales y aquellas creadas o alteradas mediante IA se convierte en un obstáculo tanto para la identificación de víctimas como para la persecución de los culpables.
Loya Marin subraya que la IA no solo incrementa la cantidad de contenido ilegal, sino que perpetúa el daño a las víctimas, ya que imágenes de menores que han sido abusados pueden ser utilizadas para generar nuevo material, provocando una continua revictimización.
El perfil de los individuos involucrados en la creación y distribución de estas imágenes varía, pero en su mayoría son hombres. Existen redes delictivas que producen este contenido de forma sistemática y, a menudo, están vinculadas con la trata de personas y la explotación sexual. Estas organizaciones utilizan el material como una extensión de los crímenes que ya cometen en el mundo físico.
La capacidad de la IA para generar material a partir de imágenes ya existentes aumenta significativamente el problema. Las investigaciones sobre estos delitos, de por sí complejas, enfrentan ahora un desafío aún mayor, ya que el uso de esta tecnología permite manipular imágenes, generando versiones sexualizadas de fotos de menores que inicialmente no tenían connotaciones indebidas.
Desde la pandemia, el material de abuso infantil ha crecido de manera alarmante, y la IA ha facilitado la generación y manipulación de este tipo de contenido, lo que amplía la cantidad en circulación. Loya Marin también menciona casos en los que jóvenes, utilizando herramientas de IA gratuitas, crean contenido ofensivo sin ser plenamente conscientes de que están cometiendo un delito.
En este contexto, las plataformas tecnológicas tienen un papel clave y deben actuar con responsabilidad. El uso de encriptación en redes sociales cerradas, por ejemplo, impide el acceso de las autoridades a ciertos contenidos, dificultando la detección de material ilegal y la intervención en estos grupos.
Además de los desafíos tecnológicos, Loya Marin destaca la importancia de la cooperación internacional. La futura Convención contra la ciberdelincuencia de la ONU, que podría ser aprobada en diciembre, tiene como objetivo facilitar esta colaboración global.
Este tratado requerirá la ratificación de 40 países para entrar en vigor y aborda específicamente el tema de la explotación infantil en línea, un término que la ONUDD considera más adecuado que ‘pornografía infantil’ para evitar malinterpretaciones sobre la naturaleza del delito.
A través de su Programa Global contra el Ciberdelito, la ONUDD brinda asistencia técnica, capacitación y facilita la cooperación entre países en la lucha contra este tipo de delitos. En América Latina, una de las principales barreras es el acceso a tecnología avanzada, cuyo costo resulta prohibitivo para muchas naciones.
A pesar de los retos, Loya Marin destaca que la IA también puede ser un recurso poderoso para combatir el crimen, al permitir el análisis de grandes volúmenes de datos y ayudar a las autoridades a identificar patrones que aceleren las investigaciones. La clave, concluye, reside en cómo se entrena y utiliza esta tecnología.
