La innovación tecnológica no para de sorprendernos e inquietarnos, ni nos da reposo para entender y aprovechar los cambios que tenemos encima. Cuando trabajosamente y en forma limitada entendemos lo que tenemos encima, surgen ideas que parecen de ficción, provenientes de otra dimensión espacial o producto de mentes febriles obstinadas en romper los esquemas y arrojarlos al hoyo negro de la tecnología.
El aire es un escenario donde podemos proyectar imágenes con las que interactuamos con nuestras manos, que se proyectan en tercera dimensión y que podremos transmitir entre dispositivos móviles.
Las imágenes se proyectan sobre un delicado flujo de humo frío formado por microscópicas moléculas de agua protegidas contra el viento, que se mantienen estables incluso al entrar en contacto con objetos físicos como nuestras manos, que no se nos mojan por ser partículas muy pequeñas. Una cámara detrás de la pantalla flotante detecta nuestros movimientos al interactuar con las imágenes.
Este proyecto se lanzó en 2010 en Seloger y en días recientes se presentó como «Displair» la pantalla del futuro, por Maxin Kamanin, un joven ruso quien dice que «los monitores nos restringen en un mundo sin pantallas».
Esta solución ya se comercializa en seis países y se ha utilizado en aeropuertos y conferencias, pero su real aprovechamiento se dará en áreas como la educación, medicina, diseño, publicidad, etc.
Se tiene proyectado que esta solución llegue finalmente a manos de los hogares y los espacios de diversión y de trabajo.
