El nuevo Plan de Acción de Economía Circular de la Unión Europea persigue medidas para facilitar la reparación de los smartphones y obligar a los fabricantes a diseñarlos sin obsolescencia programada.
La estrategia incluye la intención de formar un cuerpo legislativo que dé soporte a un modelo económico más sostenible. Además, reivindica la necesidad de establecer el derecho a la reparación de productos, promover un diseño que alargue su vida útil y favorecer un consumo sostenible.
Todo lo anterior tiene como objetivo asegurar que los productos de consumo se perpetúen en la economía europea lo máximo posible.
La Comisión Europea prevé medidas regulatorias con una meta: que los smartphones, las tablets y los portátiles se diseñen para ser duraderos, reparables, actualizables y eficientes energéticamente. Una forma de decir no a la obsolescencia programada.
Asimismo, se busca que sean reutilizables más allá de su primer uso y fácilmente reciclables. A estos dispositivos también se suman las impresoras y los cartuchos de impresión.
Entre las justificaciones que ofrece el plan de acción destaca una cifra: en la Unión Europea se recicla menos del 40% de la basura electrónica. Esto quiere decir que muchos productos funcionales se desechan porque no se pueden reparar, solo porque la batería no se puede cambiar fácilmente o no es posible actualizar el software.
La posibilidad de sustituir fácilmente la batería de los smartphones es una de las reivindicaciones tradicionales de los usuarios y lo mismo ocurre con la pantalla. Son dos de los componentes que fallan antes en un móvil y que muchas veces obligan a comprar otro. Parece probable, según apuntan desde EEB, que estas partes se incluyan en futuras listas de piezas que el fabricante tiene que producir para permitir la reparación.
‘El documento presentado por la Comisión no tiene carácter normativo. Es solo una comunicación. No es una directiva ni una regulación, así que no es un documento legal’, señala Jean Pierre Schweitzer responsable e EEB, ‘pero anuncia muchas iniciativas que son muy positivas, especialmente enfocadas a políticas de producto’.
El texto no se refiere solo a la industria tecnológica, también apunta hacia el textil, el embalaje o las baterías de vehículos. Pero las iniciativas que preconiza tendrán que cristalizar en futuras legislaciones.
El portavoz del EEB destaca que la finalidad del texto es iniciar un debate, como el que ya ha habido en torno al plástico, sobre el impacto de estos sectores en el medio ambiente y cómo hacerlos sostenibles. Por ahora, sin embargo, poco se conoce sobre las sensibilidades de los grupos europeos. El debate que suele celebrarse después de la presentación de un documento así no tuvo lugar, pues el Parlamento Europeo cerró por la amenaza del coronavirus.
El proceso, hasta ver medidas efectivas, será largo. A partir de aquí se buscarán nuevos compromisos a nivel europeo, como el Ecodesign Working Plan, cuyo lanzamiento se prevé para primavera.
Si los smartphones se incluyen en este plan de ‘ecodiseño’, después se haría un estudio, un proceso de consulta y finalmente una votación de expertos, representantes de los Estados miembros. Solo en este momento sería adoptada una norma, que sería de cumplimiento obligado algo más tarde. Desde EEB opinan que la fecha más temprana posible para que esta normativa aterrice sería el 2025.