La Inteligencia Artificial tendrá un papel decisivo en la transformación del empleo a nivel global, con la creación estimada de entre 20 y 50 millones de nuevos puestos de trabajo para el año 2030, según proyecciones de McKinsey & Company.
Este crecimiento estará concentrado en sectores como la salud, la farmacéutica, la manufactura y los servicios financieros, donde se demandarán perfiles técnicos especializados.
El Instituto Adecco identifica que esta nueva ola de empleos estará marcada por funciones como la formación de sistemas de IA, la gestión de interacciones humano-máquina, el análisis de grandes volúmenes de datos y la supervisión ética y normativa de estas tecnologías.
El auge de la IA también representa una mejora sustancial en los empleos actuales. En entornos como el sector sanitario, ya se utiliza para asistir a profesionales en diagnósticos y tratamientos, reduciendo la carga operativa y elevando la calidad del servicio. Esta tendencia resalta la necesidad de habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad para resolver problemas complejos, factores que serán esenciales en los nuevos perfiles laborales emergentes.
Sin embargo, el avance de la automatización también provocará un desplazamiento significativo de puestos tradicionales. El Foro Económico Mundial anticipa que para 2025 se habrán eliminado 75 millones de empleos a nivel mundial, aunque se crearán 133 millones nuevos, generando un balance positivo de 58 millones.
Este impacto no será homogéneo. La manufactura será una de las industrias más afectadas por la sustitución de tareas rutinarias, mientras que sectores como salud y educación experimentarán un crecimiento sostenido.
El efecto sobre las tasas de desempleo será desigual según la región y la estructura económica de cada país. En mercados con mayor preparación tecnológica y sistemas educativos adaptados, la transición podrá ser más fluida.
A nivel macroeconómico, la adopción de IA promete impulsar la productividad y el crecimiento del PIB, aunque también se advierte sobre el riesgo de acentuar la desigualdad.
Las personas con conocimientos técnicos avanzados tendrán acceso a mejores oportunidades y salarios, lo que podría ampliar la brecha de ingresos frente a quienes no logren adaptarse al nuevo entorno laboral.