El uso creciente de la inteligencia artificial (IA) va a extraer un alto precio en energía, a menos que la industria de chips se intensifique, según Applied Materials, una de las compañías más grandes de la industria.
Su director ejecutivo, Gary Dickerson, considera que ‘la IA tiene un talón de Aquiles que, a menos que se aborde, evitará que alcance su verdadero potencial’.
‘Este talón de Aquiles es el consumo de energía. El entrenamiento de redes neuronales es increíblemente intensivo en energía cuando se hace con la tecnología que está disponible hoy en día’.
Una avalancha de nuevos dispositivos está teniendo conexiones a Internet, generando así más datos y aumentando la necesidad de más potencia informática con inteligencia artificial para dar sentido a esa nueva información.
Según Dickerson, los fabricantes de chips, la mayoría de los cuales utilizan la máquina de Applied, han hecho que sus componentes electrónicos sean más eficientes energéticamente, pero no lo suficiente.
‘La industria necesita crear nuevos diseños personalizados adaptados para el procesamientomiento de IA y nuevas formas de conectar esos chips’, indicó.
Los anchos en los pequeños circuitos que dan a los chips sus funciones se miden en billonésimas de metro. Pero para mover y almacenar datos rápidamente se requieren grandes cantidades de energía.
Un procesador Intel Xeon, puede consumir más de 200 W, tanto como un televisor de tubo portátil antiguo. ‘Coloque miles de estos procesadores muy cerca y combínelos con todos los demás componentes necesarios para hacer un servidor, y la fuga de electricidad aumentará’.
El CEO de Applied prometió reducir la huella energética de la compañía e innovar en los conceptos básicos de fabricación y materiales para ayudar a sus clientes a fabricar componentes más eficientes. Un ejemplo que dio involucra una técnica para cultivar átomos de tungsteno en vacío para hacer conexiones más eficientes entre partes del chip.
‘Con esto pasará al 100 % de energía renovable y reducirá la huella de carbono en un 50% en los próximos 10 años’, prometió Dickerson. ‘Incluso los cambios relativamente simples en las prácticas pueden ayudar’, agregó.
Volar un ingeniero de Estados Unidos a Asia y viceversa genera alrededor de 2 toneladas métricas de dióxido de carbono. Applied ha aprendido durante la pandemia de COVID-19 cómo mejorar la investigación y el desarrollo remotos y la atención al cliente, haciendo que se necesiten menos viajes.