Japón está realizando una inversión significativa de miles de millones de dólares en un intento arriesgado por revitalizar su dominio en la fabricación de chips y proteger su economía de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China.
Este esfuerzo está transformando la dinámica de una región previamente conocida por la agricultura, las bases militares y el aeropuerto de Chitose. Se trata de un proyecto que busca reformar la industria de chips en Japón.
Una empresa local recién establecida, Rapidus Corp., tiene como objetivo producir en masa chips lógicos de última generación de dos nanómetros para 2027, partiendo desde cero.
Este desafío, según los estándares de la industria, parece improbable para una empresa con solo 18 meses de existencia en un país que se ha rezagado considerablemente respecto a sus competidores extranjeros en la producción de semiconductores.
Sin embargo, con Estados Unidos y China en medio de discusiones sobre el acceso a tecnologías y equipos de fabricación de chips de última generación, el gobierno japonés ve una oportunidad para volver a un juego que alguna vez dominó, aprovechando la preocupación de Washington por la seguridad de la cadena de suministro.
Estos chips avanzados servirán como base para una serie de tecnologías críticas, incluida la inteligencia artificial, los sistemas de armas y los vehículos eléctricos. Dado que la mayor parte de la producción mundial se concentra en Taiwán y Corea del Sur, los suministros futuros se vuelven vulnerables a las tensiones regionales.
Tokio ya ha demostrado su seriedad en este emprendimiento. En menos de tres años, Japón ha asignado alrededor de 26,700 millones de dólares para revitalizar su capacidad de fabricación de semiconductores, y el primer ministro Fumio Kishida ha señalado que el apoyo financiero de la industria eventualmente alcanzará los 10 billones de yenes con el respaldo del sector privado.
Uno de los objetivos es triplicar la lenta tasa de producción de chips nacionales a más de 15 billones de yenes para 2030.
Esta vez, Japón puede contar con Estados Unidos como aliado en lugar de verlo como un rival tecnológico. ‘Somos socios, aliados y colaboradores, trabajando juntos para garantizar que nuestra seguridad nacional y nuestras garantías económicas estén alineadas, ya que la amenaza proviene de otro lugar, y ese lugar es China’, dijo el embajador de Estados Unidos en Japón, Rahm Emanuel. ‘Estamos en el mismo barco y remamos en la misma dirección’.
Hasta ahora, el gobierno ha prometido 330,000 millones de yenes y ha destinado 646,000 millones adicionales en un fondo para apoyar el proyecto Rapid. Esto debería cubrir la mitad de una inversión inicial de 2 billones de yenes, pero la empresa privada aún debe decidir cómo recaudará el efectivo restante.
Los considerables subsidios de Japón reflejan una determinación renovada por parte del Ministerio de Comercio e Industria para aprovechar una ventana de oportunidad y recuperar parte del dominio de la fabricación de chips en el país.