La amenaza que enfrentan los fabricantes de automóviles japoneses, que controlan casi todo su mercado interno y hacen gran parte del desarrollo de sus productos localmente, es que los competidores avanzan a medida que la demanda global de servicios conectados sigue aumentando.
Sus rivales, entre ellos General Motors, apuestan por la conectividad como nueva fuente de ingresos.
‘Para los fabricantes de automóviles japoneses existe un gran riesgo,’ dijo Masanori Matsubara, analista senior de IHS Markit. ‘Tienen que competir a nivel mundial con los Detroit Three y los alemanes, que tienen experiencia y han construido el ecosistema en la plataforma de servicios’.
Los conductores japoneses, en lugar de elegir servicios de conectividad integrados en el coche, prefieren conectar sus teléfonos inteligentes a los sistemas del automóvil, por ejemplo, escuchar música transmitida.
Esto significa que los datos fluyen a través del proveedor de teléfonos inteligentes, sobre todo Apple o Google, lo cual les niega a las compañías automotrices una gran oportunidad.
Los datos generados a partir de automóviles más inteligentes y conectados crearán un mercado de hasta 750 mil millones de dólares para 2030, según una estimación de McKinsey.
De acuerdo con las previsiones de la Consultora SBD Automotive, dos tercios de los automóviles de Estados Unidos y Europa tendrán funciones conectadas en 2020. En Japón, dichos servicios estarán en menos de un tercio de los vehículos ese año.