Es una de las tendencias de moda en Silicon Valley y un acontecimiento que la revista Forbes recomienda seguir muy de cerca este año: la «economía del compartir», que ha abrazado la generación del milenio y que tiene en la página web de alojamientos Airbnb su máximo exponente.
Desde los años 50 y hasta hace bien poco la tendencia entre los estadounidenses había sido hacia la acumulación de bienes, sobre todo entre los matrimonios que optaron por establecerse en las zonas residenciales de las afueras de las ciudades y que llenaron sus garajes con coches, muebles y herramientas variopintas.
Pero la generación del milenio, como se conoce a los jóvenes de entre 20 y 35 años, más proclives a vivir en el centro de las metrópolis, ha adoptado una nueva filosofía – la de compartir en lugar de poseer – e impulsado así nuevos conceptos empresariales.
Cuando se refiere al transporte, son cada vez más los que se inclinan por servicios de vehículos compartidos como Zipcar, Car2Go y Enterprise CarShare, que permiten a los usuarios recoger y dejar sus vehículos en calles o aparcamientos, en lugar de acudir a las tradicionales oficinas de alquiler de coches.
Ese «consumo colaborativo» se ha expandido más allá de los vehículos y afecta a artículos cotidianos, como las herramientas eléctricas, que pueden alquilarse a través de la página web «1000 Tools«.
«Union Kitchen«, una nueva empresa con sede en Washington, ofrece un gran espacio compartido cerca de la estación de tren de la capital estadounidense para los que quieran impartir clases de cocina, ofrecer cenas a grupos o hacer sus pininos como «chef» sin tener que comprar todos los utensilios necesarios.
En Silicon Valley, mientras tanto, las iniciativas destinadas a satisfacer esta demanda crecen como la espuma: la empresa «Fitmob«, que pone en contacto a entrenadores personales con potenciales clientes a través del móvil, anunció recientemente que ha recaudado 9.75 millones de dólares para impulsar su negocio.
Al igual que otros representantes de la «economía del compartir» como «TaskRabbit«, que facilita la contratación de servicios como la entrega de la compra a domicilio, «Fitmob» pone en contacto a entrenadores con potenciales clientes pero sin emplearlos, lo que le permite ofrecer precios más competitivos.
La firma espera ofrecer clases a solo cinco dólares para los clientes más fieles, frente a los 15 o 20 que puede costar una clase individual en un gimnasio, un negocio valorado en 75,000 millones de dólares.
Otro de los servicios en boga es «UberX«, en el que ciudadanos de a pie utilizan sus coches como taxis y se conectan con los usuarios mediante una aplicación de telefonía móvil.
«TradeYa» es otro de los recién llegados al mundo del compartir. La empresa anunció este martes que ha recaudado más de un millón de dólares para poner en marcha una plataforma de trueque de bienes y servicios.
«La gente está harta de derrochar y quiere conectarse con los demás en formas útiles. En eso radica la economía del compartir y es lo que está en el centro de lo que ofrece TradeYa», aseguró en un comunicado el co-fundador de la empresa Jared Krause.
En ese escenario cada vez más poblado destaca la empresa de alojamientos «Airbnb«, fundada en el 2008 por el emprendedor Brian Chesky, quien en tan solo seis años ha creado un negocio valorado en 2,500 millones de dólares, con 500,000 propiedades disponibles y presencia en 190 países.
La empresa ha permitido que propietarios de todo el mundo alquilen sus viviendas cuando no las utilizan, lo que según asegura «Airbnb» en su página web puede ayudarles a pagar las facturas o sus próximas vacaciones.
No falta quien presagia que Airbnb podría acabar provocando una revolución similar a la que en su día desencadenó Amazon en el mundo editorial. Chesky aventura, en ese sentido, que para finales de año habrán reservado más habitaciones que las cadenas hoteleras Hilton e Intercontinental juntas.
Ese éxito no ha pasado desapercibido para los reguladores, que han comenzado a poner trabas a un servicio que dicen disminuye la recaudación de impuestos.
Chesky dice querer vivir en un mundo en el que la gente pueda convertirse en emprendedores o micro-emprendedores y asegura que esa es la promesa de la «economía del compartir».
El emprendedor hizo un llamamiento a los reguladores en una entrevista el mes pasado con el diario The Wall Street Journal: «No acaben con algo maravilloso antes de entender de qué se trata».
EFE