En todos los ámbitos de la vida de personas y empresas, la movilidad es cada vez más una constante que perfila los modelos personales y la gestión empresarial; no como algo que se adopta, sino como un fenómeno que nos adapta dentro de una grandes colectividades conectadas.
Al parecer, nos incorporamos cotidianamente como agentes móviles a una dinámica de procesos y actividades que penetran las estructuras, funciones y comportamientos, configurando así una nueva cultura digital a la que nos estamos sumando sin haberlo concebido racional y deliberadamente. Simplemente, no podemos abstraernos del enorme torbellino de cambios tecnológicos que asimilamos permanentemente.
Para finales de este año habrá en México 37 millones de dispositivos móviles, es decir, un aumento del 22% respecto al año anterior, según IDC. Imposible sustraerse de esta dinámica que impacta y se contagia progresivamente entre personas e instituciones.
En el caso de las empresas, la movilidad está trastocando las estructuras, los modelos de negocio y la gestión de relacionamiento e interacción con sus mercados.
Se estima que durante este año los profesionales a nivel global utilizarán al menos dos dispositivos móviles para trabajar, pero que incluso también usan para usos personales y familiares.
Ante la dinámica de la innovación, el uso de dispositivos móviles puede aumentar dramáticamente, si se considera que el Internet de las Cosas habrá de multiplicar el aprovechamiento de la movilidad. Cada vez es más común publicar anuncios para vender o comprar dispositivos móviles, dada la evolución continua de este mercado.
La movilidad ha dejado de ser una opción elegible por todos los beneficios y ventajas que ofrece, para constituirse como una necesidad en la convivencia comunitaria, así como en la permanencia y competitividad de las organizaciones.
En todo el mundo las empresas están descubriendo que la movilidad genera grandes oportunidades para impulsar la competitividad, mejorar los procesos, abatir los costos, elevar las ventas y conectarse permanentemente dentro la organización y con los mercados.
El fenómeno de la movilidad es tan relevante como lo son los desafíos que genera para las organizaciones que quieren ir más allá de simplemente sumarse al cambio de manera reactiva y tardía.
Se hace necesario definir una estrategia que establezca lo que se espera de la movilidad, las prioridades, objetivos y metas. Todo esto con el soporte especializado y capacitado que ayude a movilizar las organizaciones hacia una nueva dimensión donde ‘el trabajo ya no es un lugar, sino un espacio móvil’, donde las capacidades personales y la colaboración abierta no tienen límites de espacio y tiempo.