Stephanie Kahn quería disfrutar un par de horas con la novedad de su compromiso matrimonial antes de llamar a tías, tíos y amigos y darles la buena nueva. Estaba todavía digiriendo la novedad cuando se encontró con una fiesta sorpresa organizada por su novio, a la que fueron invitados sus padres y sus amigas más cercanas.
Esa noche perdió el control de la situación en esa fiesta. Algunos de los invitados tomaron fotos y «las pusieron en Facebook antes de que yo pudiese hacer nada», relata Kahn, quien vive en Smyrna, Georgia. «Al día siguiente recibo un par de llamadas y mensajes de texto de personas a las que no había llamado, que se enteraron por Facebook. Creo que estaban bastante molestas».
En la era de Facebook y Twitter, donde las noticias vuelan, las normas que rigen las buenas costumbres están recién tomando forma.
Para complicar las cosas, lo que se considera buenas costumbres en Facebook tal vez no lo sea en Twitter o cuando se envía un correo electrónico. En la actualidad, las noticias grandes como un casamiento, un embarazo, el fin de una relación sentimental o un divorcio fluyen por una mayor cantidad de medios.
«Es algo muy nuevo y nadie sabe bien cómo corresponde manejarse», expresó Brian McGee, un residente de Charlotte, Carolina del Norte, de 33 años, cuya esposa espera un hijo.
Acababa de comprarse su primer BlackBerry cuando acompañó a su esposa al médico para averiguar el sexo del bebé. Sacó el Blackberry y empezó a escribir algo.
«Le pregunté ¿Qué estás haciendo? «, relató su esposa, Megan Gelaburt-McGee.
«Estaba diciéndole a todo el mundo que íbamos al médico para averiguar el sexo del bebé. Le dije ¡No mandes esa información! «.
Explicó que quería decírselo a sus mejores amigos directamente, aunque no necesariamente en persona. Dibujó el símbolo universal del sexo femenino en su barriga, le pidió a una amiga que le tomase una foto y se la envió por correo electrónico a una veintena de personas.
«No quería mantener en secreto el sexo del bebé, pero tampoco quería que mi prima se enterase por Facebook», afirmó.
Ya están surgiendo algunos indicios de lo que se considera buena educación en Internet. Del mismo modo que la gente se dio cuenta de que está mal hablar en voz alta por un teléfono celular en público, o apretar «responder a todos» cuando la respuesta a un correo electrónico le interesa sólo a una sola persona, está claro que no corresponde, por ejemplo, difundir imágenes que hacen quedar mal a una persona sin su consentimiento.
Anna Post, especialista en buenas costumbres, recomienda tomarse un momento antes de responder algo impulsivamente. De hecho, las respuestas impulsivas a «tweets» o novedades de Facebook tienden a causar problemas.
En julio, un funcionario de la municipalidad de Nueva York tuvo que renunciar por los comentarios que hizo en torno al arresto del profesor de Harvard Henry Louis Gates hijo, en un episodio de tintes raciales .
El funcionario, Lee Landor, tildó a Gates de racista e hizo un comentario peyorativo acerca del presidente Barack Obama. ¿La moraleja? Tome en cuenta a quién va dirigido el mensaje y si alguien puede llevar una queja a su jefe.
Hace una o dos décadas, era mal visto comunicar noticias importantes por vía electrónica en lugar de hacerlo por carta. Hoy los correos electrónicos son bastante aceptados, pero incluso la gente que se siente cómoda en ese medio no ve con agrado las redes sociales en línea.
Una persona promedio tiene 120 «amigos» en Facebook, según esa empresa. En la vida real, la gente tiene tres amigos muy cercanos y una veintena de buenos amigos, de acuerdo con Barry Wellman, sociólogo de la Universidad de Toronto. Esto quiere decir que la gente a menudo se olvida de quién está leyendo sus mensajes y baja la guardia.
«En Facebook se le dice amigo a gente que realmente no lo es», afirmó Wellman. «Muchos son conocidos o gente que fue alguna vez amiga».
Facebook hizo algunos estudios acerca de cómo decide la gente qué información compartir. En uno de ellos, un equipo dirigido por Cameron Marlow, un investigador de la compañía, analizó cómo es que se determina cuántas fotos se cuelgan. Resulta que no depende de la cantidad de amigos que aprueban las fotos apretando la tecla indicada o de la cantidad de comentarios que genera cada foto.
«Todo dependía más bien de la cantidad de fotos que habían subido los contactos», señaló. «Las normas sociales que están surgiendo giran en torno a lo que hacen los amigos».
Fuente: La Nación, Argentina