Las redes y los medios sociales han abierto espacios insospechados para que, utilizando los avances tecnológicos, las organizaciones incursionen en tácticas de mercado que están relegando a las prácticas convencionales en términos de presencia de marca, imagen corporativa, ventas, publicidad y canales de venta.
Este cambio, que tiene un alcance histórico, supone una actitud abierta hacia una cultura organizacional focalizada en un nuevo consumidor que se está descubriendo a sí mismo y que valora su poder ante las marcas y los productos.
Este nuevo consumidor se percibe a sí mismo como una entidad diferenciada y única, que espera soluciones y relaciones individualizadas por cualquier conducto, en todo momento y lugar, así como una atención inmediata y eficaz.
Ante este nuevo desafío, el diseño de una estrategia de mercadotecnia digital tiene el potencial de monetizar los esfuerzos en redes sociales, pero supone objetivos claros de la organización y la involucración comprometida y capacitada de los empleados o los agentes, que directa o indirectamente son el contacto vital con los consumidores, más allá de la marca, los productos y los servicios.
En la elección de una marca o producto, los consumidores actuales se informan y documentan con criterios y opiniones de terceros que operan como ‘influenciadores’, cuya opinión potencia los esfuerzos promocionales y de difusión, razón por la cual resulta importante definir una estrategia en este sentido.
Los dispositivos móviles en este entorno resultan fundamentales, ya que canalizan los contenidos a un mercado potencial enorme y a la vez individualizado, que con recursos analíticos permiten mensajes y contenidos direccionados, ubicuos y en tiempo real.