En Brasil, la comunidad conocida como ‘Boca del Sapo’ ha experimentado una transformación impresionante en un corto período, pasando a ser conocida como la ‘Favela de los Sueños’.
Esta comunidad empobrecida, ubicada en la región metropolitana de Sao Paulo, ha pasado de vivir en calles de barro sin iluminación a tener acceso a WiFi de alta velocidad y ha sido objeto de un cambio de nombre.
Este cambio, impulsado por una coalición de ONG y empresas, ha sorprendido gratamente a los habitantes de la comunidad, que en su mayoría son afrodescendientes y constan de aproximadamente 190 familias.
Hace cuatro años, cuando Pauliana Leite emigró desde el estado de Bahía, en el noreste de Brasil, en busca de un futuro mejor, se sintió desanimada al encontrarse con una favela empapada por la lluvia y sin luz.
Recuerda que incluso el conductor de Uber se negó a acercarse por temor. Aunque en ese momento estaba furiosa con su pareja por llevarla allí, decidió no regresar a Bahía y ha sido testigo de la transformación de la comunidad. Ahora, las calles están pavimentadas, hay farolas de energía solar y se pueden encontrar murales coloridos con mensajes optimistas, como ‘Nunca desista de sus sueños’.
La Favela de los Sueños, como ahora es llamada por los residentes, ha sido el foco de un proyecto piloto llevado a cabo por varias ONG, encabezado por la asociación Gerando Falcoes. El objetivo de este proyecto era erradicar la pobreza en un plazo de dos años, con un presupuesto de 6.5 millones de reales (aproximadamente 1.3 millones de dólares).
En un primer momento, las ONG se ocuparon de las necesidades más urgentes. Trabajaron en colaboración con el municipio y la compañía de electricidad para llevar servicios básicos a la favela. Además, se instalaron microestaciones de tratamiento para las aguas residuales que antes se vertían en el riachuelo que atravesaba la comunidad. Algunas viviendas de madera fueron reemplazadas por construcciones hechas de materiales reciclados, utilizando cientos de tubos de pasta de dientes. También se pavimentaron las calles de barro.
Para facilitar el acceso al empleo, Gerando Falcoes brindó cursos de emprendimiento a los habitantes y se reunió con empresas locales para promover la contratación de personas de la favela, quienes a menudo enfrentan numerosos prejuicios. Según la ONG, 125 personas han conseguido empleo y otras 80 han encontrado formas de generar ingresos por otros medios.
Pamela Costa, por ejemplo, se dedica a recoger materiales desechados y venderlos a una startup de reciclaje asociada al proyecto. Pero lo que más le impresiona son los enchufes eléctricos en su nueva casa. Anteriormente, no tenían electricidad o tenían que apañárselas con conexiones no autorizadas.
Gerando Falcoes tiene la intención de aplicar el enfoque ‘multidimensional’ utilizado en esta comunidad en otros lugares, pero el desafío es enorme. Según datos oficiales, en Brasil existen 11,403 favelas con una población total de 16 millones de personas, lo que representa un aumento del 40% en los últimos 12 años.
Una vez concluido el proyecto en la Favela de los Sueños, la ONG está preparándose para traspasar la responsabilidad a los habitantes y a las autoridades encargadas de los servicios básicos, como la red de alcantarillado, a la cual la comunidad aún no tiene acceso.
A pesar de las incertidumbres sobre el futuro de la comunidad, Pauliana Leite se muestra optimista y planea abrir una mercería en la favela llamada ‘Familia L’. Afirma que será un desafío, pero nadie desea volver a la situación anterior.