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Los casos de Dell y HP demuestran que lo ecológico también puede ser rentable

A Michael Dell y Mark Hurd no les gusta mucho recurrir a la retórica ambientalista. Sin embargo, los presidentes ejecutivos de Dell Inc. y Hewlett-Packard Co., respectivamente, no ocultan su entusiasmo a la hora de hablar de los ahorros de energía de las nuevas computadoras de sus compañías.

Su mensaje de que hay que reducir costos y utilizar tecnologías comprobadas ilustra los beneficios realistas que las grandes empresas pueden cosechar de las iniciativas medioambientales. En lugar de promover una respuesta radical a los altos costos de la energía, Dell y H-P saben que cambios pequeños y constantes en su tecnología al final se acumulan e impulsan su eficiencia.

Ambos ejecutivos se refieren a un uso eficiente de la energía como si no fuera más que otra razón para comprar sus computadoras. Hablan de retorno sobre la inversión y períodos de recuperación de lo invertido. «Ya sea que le preocupe el verde del medio ambiente o el verde del dólar, tenemos algo para usted», dijo Dell en una reciente visita a The Wall Street Journal. Algunos productos generan tales ahorros de energía, afirmó, que se pagan solos en un año. «A los clientes eso les encanta. Para ellos no es una discusión cursi».

Empresas de todos los rubros, desde petroleras hasta fabricantes de champús tratan de presentar una imagen a favor del medio ambiente. Sus campañas de relaciones públicas pueden sonar muy bonitas, pero si los eslóganes no cuentan con el respaldo de iniciativas reales, parecen forzados, o incluso artificiales.

En cambio, cuando los grandes fabricantes de computadoras hablan sobre ahorro de energía, a lo que hacen alusión, en el fondo, es al ahorro de dólares. Dell, por ejemplo, cita el ejemplo de las nuevas computadoras personales de su empresa, las cuales consumen apenas US$23 al año en electricidad, frente a los hasta US$100 al año de modelos anteriores. Por su parte, Hurd habla sobre las formas en que H-P ha incrementado la potencia de sus centros de datos en un 80% y, al mismo tiempo, reducido los costos del consumo de electricidad en un 20% o más.

Por separado, la mayoría de las técnicas de ahorro de energía usadas por Dell, H-P y otros fabricantes distan de ser heroicas. Las empresas están poniendo ventiladores más eficientes en las computadoras, además de dar un mejor uso al tiempo muerto de las máquinas. También están organizando las series de servidores de sus clientes de tal forma que el aire caliente fluya consistentemente en la misma dirección, evitando que unas calienten a las otras.

Estas mejoras incrementales son la forma en que ha tenido lugar buena parte del progreso industrial. Y en el sector de las computadoras, éstas eran necesarias desde hace mucho tiempo. La mayoría de las empresas pasaron la década de los 90 mejorando el poder y velocidad de las máquinas, sin prestar mucha atención al consumo de energía.

Los principales clientes de los fabricantes de computadoras empezaron a golpear la mesa en 2005, cuando exigieron que los fabricantes prestaran más atención a la energía, dice Charles O’Donell, experto de Emerson que ayuda a los centros de datos de las empresas a gestionar sus recursos. «Hoy es una de sus tres principales preocupaciones», dice. «Solía ser la séptima u octava».

El caso de la tecnología de la información no es aislado. Desde fabricantes de motores marinos a tractores han expresado interés en el ahorro de energía, dice Don Paulus, director de la unidad de negocios de energía de Linear Technology Corp., una empresa que fabrica chips de gestión de electricidad para clientes industriales. «La mayoría de ellos nunca antes había tenido silicio en sus productos».

General Electric Co., el conglomerado estadounidense industrial, financiero y de medios de comunicación, lanzó una gran apuesta por el ambientalismo como un eje de negocios y ahora tiene muchos motivos para sonreír. Su división de locomotoras está lanzando nuevos modelos que cuestan entre US$2,5 millones y US$3 millones cada una y que ofrecen ahorros de combustible del 5%, lo que se traduce en hasta US$100.000 al año. GE dice que ya se agotaron las existencias y que la lista de pedidos oscila entre 1.000 y 1.500 unidades.

A medida que los programas de eficiencia energética representan una mayor parte de las ganancias de las empresas, es probable que disminuya la retórica sobre ellos. La eficiencia energética se convertirá en un campo de batalla competitivo, lleno de secretos industriales.

Fuente: The Wall Street Journal