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Neil Harbisson, el primer cyborg en el mundo

En las próximas décadas internet se convertirá en un sentido más para la especie humana –como la vista o el oído– y no sólo será una herramienta de consulta o de trabajo, aseguró Neil Harbisson, la primera persona en el mundo reconocida como cyborg por un gobierno.

Desde 2004,  Harbisson vive con una antena implantada en su cráneo que le permite escuchar los colores, debido a que nació con una condición llamada acromatismo, es decir, con visión en escala de grises.

Estudiando música, se dio cuenta de la relación que existe entre el sonido y el color: ambos son frecuencias. Entonces se puso a trabajar en un ‘tercer ojo’ que le permitiera escuchar las frecuencias de los colores.

Actualmente trabaja en un dispositivo para crear un sentido del tiempo. Consiste en un órgano circular instalado en la cabeza, que tarda 24 horas en dar la vuelta y permite al usuario detectar la hora por medio del calor que hay en su cabeza. Se puede programar el calor para que dure más y percibir el tiempo como más lento, y así probar la relatividad del tiempo de la que habló Albert Einstein.

La visión de Neil se ha trasladado incluso al mundo de la moda. Junto con el diseñador catalán Francesc Cardona, ha creado la marca H+C, diseñada especialmente para cyborgs. La marca hace ropa sonocromática con canciones de músicos como David Bowie, Stravinsky y Rihanna.

‘Mi objetivo no era usar la tecnología, sino convertirme en ella’. Su decisión de implantarse el dispositivo fue rechazada por distintos doctores, ya que era una cirugía que debía plantearse ante un comité de bioética, pues ‘no es ético ponerte un nuevo órgano ni ver más colores de los comunes’. Entonces, Harbisson recurrió a doctores anónimos.

El aparato consta de cuatro implantes: dos antenas, un implante de vibración y sonido, y un dispositivo Bluetooth que le permite conectarse a Internet y recibir colores de cinco personas en el mundo, una en cada continente. Estas personas pueden enviarle información a cualquier hora. También recibe colores extraterrestres, gracias a su conexión a satélites de la NASA.

Harbisson también ha dedicado su sentido adquirido para hacer arte sonocromático. Ha hecho retratos sonoros de personajes como el príncipe Carlos de Inglaterra, Judi Dench, James Cameron, Al Gore, Marina Abramovich, Macaulay Culkin, Philip Glass, entre otros. Asegura que no existe la gente negra ni la gente blanca, sino que todos somos de distintos tonos de naranja.

 

¿Cómo ha reaccionado la gente ante su dispositivo?

Neil asegura que desde marzo de 2004, cuando se lo implantaron, no ha pasado un solo día sin que hable con extraños. Para aquellos ojos, ese nuevo órgano –como su portador le llama– ha sido un micrófono, una luz para leer, un teléfono con Bluetooth, un accesorio de GoPro, algo relacionado con Google Glass, y hasta un selfie stick.

Neil espera que para la segunda década del siglo XXI la gente pueda verlo simplemente como una antena. ‘En los años 20 veremos más ejemplos de cómo usar el Internet como un nuevo sentido y no como una herramienta’, explicó.

En 2010, creó la Fundación Cyborg, una institución dedicada a la investigación, creación y promoción de proyectos relacionados con la extensión del cuerpo y la creación de nuevos sentidos y percepciones por medio de tecnología aplicada al cuerpo humano.

Asimismo, por medio de la empresa Cyborg Nest, promueve el cyborguismo. ‘Convertirnos en cyborgs no nos acerca a las máquinas, sino a otras especies de la naturaleza’. Y como ejemplo habló de colegas que tienen dispositivos para detectar actividad sísmica, pendientes que aumentan la percepción del espacio y aparatos para desarrollar el sentido del norte.

En relación con el impacto que una antena como la suya podría causar en personas con ceguera, dijo: ‘Todos somos ciegos. Ahora mismo estamos usando luz artificial que no deberíamos usar. En la noche usamos luz porque de noche somos ciegos. [Con órganos cyborg] podríamos ahorrar mucha de la energía que estamos gastando’. En vez de cambiar al planeta, deberíamos cambiarnos a nosotros mismos’.

‘El hecho de volvernos tecnología no es negativo. De hecho puede ayudarnos a convertirnos en mejores especies y a hacerle bien al planeta’, finalizó.