El diseño volumétrico en la reproducción tridimensional irrumpe en sectores más allá de la industria, para extenderse en la fabricación de objetos, de toda índole, incluso órganos humanos, para replicarlos con exactitud.
El open source o código abierto, está siendo un propulsor de gran relevancia que, con su alcance comunitario, convoca al talento como el nutriente fundamental para el desarrollo tecnológico y el abatimiento de costos en el diseño en 3D.
En febrero de 2004 apareció RepRap (o Replicating Rapid Prototype), que Adrian Bowyer, de la Universidad Británica de Bath pensó para inventar una impresora de bajo costo que no sólo pudiera replicarse, es decir, imprimir sus propias piezas o construir una copia en caso de avería, sino que también tuviera el libre acceso que ofrece Open Source.
Esto quiere decir que todo el mundo tuviera acceso a sus diagramas de construcción, alterarlos y ajustar los de tal manera que cualquiera pudiera construir retos desde cero, incluso superando sus errores.
Este fenómeno también revolucionó el concepto de Open Source, reservado hasta entonces para compartir códigos de software, permitiendo que miles de creadores organizados en todo el mundo crearan impresoras 3D baratas de forma paralela a la industria, obligando a ésta a rebajar sus precios.
Tan solo en España, el Global 3D Printing Report 2016 de este país, indica que entre 2011 y 2015 la industria de la impresión 3D creció 28% en promedio anual y pronostica que su valor de mercado llegará a 12,100 millones de dólares en 2020. Más aún, el informe Wholers 2017 señala que los ingresos globales del industria de fabricación aditiva en el año 2016 ascendieron hasta los 6,063 billones de dólares.
La industria de fabricación aditiva (por capas) es un fenómeno disruptivo en la sociedad, con un efecto expansivo.
Salvador Pérez Crespo Experto Tecnológico Senior de Telefónica señala: ‘Estará en nuestro día a día casi sin que nos demos cuenta’.
Por su parte, Héctor Serrano diseñador industrial y comisario de la exposición ‘3D Imprimir el Mundo’, señala que ‘es un industria valorada en miles de millones de euros que poco a poco se integra en la sociedad. Ya se utiliza en la construcción de drones, o en los prototipos de la industria del automóvil, lo que se necesita es personal formado que pueda trabajar en esta tecnología’.
Con información de El País