Postcrossing es una red social donde los mensajes se escriben a mano y son enviados a través de postales, sin el uso de medios electrónicos.
Esta iniciativa tuvo su origen en Portugal hace 15 años y actualmente acumula más de 60 millones de postales enviadas en todo el mundo.
En esta red, cada mensaje utiliza de un sello, no existe el botón de enviar y los textos recorren el planeta con la lentitud propia de otros tiempos, como si el futuro nunca hubiera llegado.
Darse de alta en la plataforma de Postcrossing no lleva más de un par de minutos, al instante, se recibe una dirección y un código con el que identificar la postal para enviar, en un círculo de intercambio que da la vuelta al mundo.
Actualmente, la red cuenta con más de 800,000 miembros y presencia en 207 países, más de 1,100 postales son recibidas cada hora, 305,000 millones de kilómetros recorridos que equivalen a 7 millones de vueltas a la tierra.
Elegir la postal, escribirla y llevarla al buzón se ha convertido en un ritual, ‘la sensación de que alguien gastó tiempo de su día para dedicarnos solo a nosotros’, relata Ana Campos, una de las cinco personas que gestionan el portal.
La probabilidad de recibir una dirección postal alemana, estadounidense o rusa es elevada, son los países con más miembros en la plataforma y que más postales envían, pero Postcrossing tiene un mecanismo para asegurar que las repeticiones sucedan lo menos posible y cuidar que los intercambios conserven la mayor diversidad.
En mitad del ruido digital, los usuarios de Postcrossing han encontrado en las postales una inesperada ventana al mundo exterior que no se rinde ante los valores de este siglo: paciencia, espera y sorpresa, pues es imposible controlar de qué parte del mundo procede la postal que aparecerá en el buzón.
‘Más que postales, nosotros unimos personas, relata Ana, que son en su mayoría mujeres, el 79% del total según los resultados de la última encuesta que la plataforma ha publicado este mes, que revelan que es una alternativa joven y urbana.
Por edades, el más numeroso es el grupo de 30 a 39 años (24%) seguido del segmento de entre 20 y 29 (22%); los mayores de 50 representan menos del 30% de los perfiles, el 74% vive en ciudades y casi el 80% se siente ‘muy cómodo’ utilizando computadoras e internet.
Postcrossing llega a todas partes. De las 4,400 personas que viven en la Antártida, 2 son miembros de la plataforma. En las islas Åland, donde solo viven 26,000 personas, hay 37 que han enviado casi 10,000 postales, lo que sitúa a este pequeño territorio entre Suecia y Finlandia como el que más postales per cápita envía y el 67 en la lista global, nada mal para un lugar tan recóndito.
Afganistán, Botswana, Micronesia o el Vaticano son solo algunos ejemplos más de donde ha llegado Postcrossing a través del boca a boca de internet, como relata Ana, y se convierte en un verdadero pasatiempo.
El usuario que más postales ha enviado se esconde tras el pseudónimo de Willy y ya ha superado las 31,000.
‘Han surgido matrimonios de las postales’ y Ana confiesa que lo que empieza por unas postales luego continúa, porque a través del foro de la plataforma muchos usuarios intercambian cuadernos temáticos, regalos viajeros e incluso se animan a conocerse en persona, a veces, con felices consecuencias.
Las postales hacen los viajes que las personas, de momento, se han visto obligadas a posponer por la pandemia.
Aun así, también son víctimas de las restricciones. Desde España, por ejemplo, no pueden enviarse postales a 89 países, como Nepal, Bolivia, El Salvador o Fiji, porque las líneas postales siguen suspendidas desde el inicio de la covid.
La pandemia los ha afectado logísticamente, pero en cifras puede que incluso haya sido beneficioso, porque, concluye Ana, ‘las personas se quedaron en casa y escribieron postales’.