Desde el 1 de enero pasado todas las empresas en Francia, con más de 50 trabajadores, no pueden convocar a juntas después de las 4 de la tarde, ni enviar e-mails a partir de las 6 pm.
En Alemania, Volkswagen implantó un bloqueo de acceso al correo móvil entre las 18:15 y las 7 horas de la mañana.
Casi 100 municipios catalanes se han adherido a la reforma para que la gente pueda recuperar su vida fuera del trabajo, lo cual implica no convocar a reuniones después de las 4 de la tarde y no enviar e-mails a partir de las 6 pm.
Hasta ahora, en general se ha impuesto la ‘cultura del trabajo’ en todo momento, debido en parte, al impulso de las nuevas tecnologías.
‘Estamos en un momento de híper consumo de nuevas tecnologías’, así lo sostiene Enric Puig Punyet, autor de ‘La Gran Adicción’, un libro dedicado a hiperconectividad, ‘y ya vemos cómo esto conduce a inconvenientes como la dependencia, ansiedad y falta de control del tiempo propio’.
Todo esto no ha dado espacio para reflexionar sobre hecho de que ‘todos estamos siendo teletrabajadores‘, sintiendo la presión de que tenemos que estar disponibles, e incluso, si la comunicación es por WhatsApp, se pueda comprobar si uno ha leído o no un mensaje; ésto es ya la máxima invasión’, comenta Samantha A. Conroy, de la Colorado State University.
Dado que en general existe la premisa de que ‘tu éxito en una empresa puede depender de que estés siempre disponible’, inclusive fuera del horario de trabajo, se crea un ‘estrés anticipatorio’, que surge ante la expectativa de que ingrese un e-mail al que se debe contestar.
Precisamente ‘esta expectativa es lo que influye en que el empleado no pueda desconectarse; siente la presión de tener que estar comprobando su correo, de tener que estar alerta siempre para contestar’, según se asienta un trabajo de investigación llevado a cabo en Estados Unidos por la misma Samantha A. Conroy que, junto con sus colegas Liuba Belkin, de la Lehigh University y William Becker de Virginia Tech, presentaron resultados preliminares de su trabajo el pasado mes de julio.
La misma misma investigadora Conroy, quien además es doctora en Filosofía de Empresas e investigadora en el campo de recursos humanos, detalla que las 567 personas que expusieron sus hábitos de correo electrónico en el trabajo de investigación, confesaron que se dedicaban una media de ocho horas a la semana para contestar correos fuera de su horario de oficina. El título del estudio es ‘Exhaustos, pero incapaces de desconectar’.
Ante todo esto, la legislación francesa viene a satisfacer una demanda silenciosa del 37% de los trabajadores del país que usan el correo electrónico fuera de su horario de trabajo, según un estudio de 2015 de la consultora Eléas.
En España este porcentaje es del 67%, según cifras de la consultora de recursos humanos Randstad, que indica que el 47% de los trabajadores afirma sentirse presionados para responder.
La hiperconectividad a la que nos hemos sometido se ha instalado sin normas de etiqueta, sin códigos de conducta acordados, sin protocolos, sin tiempo para que procesemos su impacto. Los usos sociales, en ocasiones abusivos, han abierto paso a la necesidad de legislar, como acaba de ocurrir Francia. Desconectarse es un derecho.
Desconectarse del trabajo, desconectarse del móvil, rescatar el tiempo propio es un derecho de los trabajadores.
Con información de El País