Las redes sociales han cambiado la manera de socializar de los niños, que ahora deben crearse una identidad desde pequeños, explicó el especialista en tecnología e interacciones Josh Constine.
Para Constine, el uso generalizado de las redes entre los más jóvenes tiene impactos positivos como el mayor acceso a la información, pero plantea serias dudas en su desarrollo personal.
‘Creo que es muy triste ver a una niña de once o doce años agonizar pensando cuál es la fotografía de perfil en la que sale más guapa. Los niños no deberían tener que preocuparse por este tipo de presiones sociales que afectan a los adultos’, explicó.
De acuerdo con una encuesta llevada a cabo por Common Sense Media en Estados Unidos, en 2016 el 50% de los niños de 12 años tenían una cuenta en por lo menos una red social, una cifra que se reducía a 1 de cada 4 en el caso de los menores entre 8 y 12 años.
‘Los niños deberían poder tener la libertad de descubrir qué les interesa de verdad y experimentar con distintas cosas. Sin embargo, las redes sociales les encajonan al obligarles a definirse de manera muy temprana’, apuntó el experto.
‘Ahora tienen que elegir un perfil y una biografía que los defina incluso antes de que tengan claro quiénes son exactamente’.
Según el experto, si en el futuro el niño quiere cambiar esa identidad, ‘el costo es mucho mayor y el proceso resulta más dificultoso’, mientras que en el pasado eso era algo que se producía ‘de forma natural’.
Los estudios y sondeos más recientes indican que los más jóvenes se están alejando progresivamente del gigante de las redes sociales, Facebook -que sigue siendo el número uno en cifra de usuarios en el mundo- y dirigiéndose a Instagram, YouTube y Snapchat.
Pese a los riesgos detallados anteriormente, Constine ve elementos positivos en la participación de los pequeños en el mundo virtual, ya que el acceso a la información ha hecho que sea más difícil mentirles o justificar decisiones con un ‘porque yo lo digo’.
‘Los niños pueden escapar a los prejuicios o maneras de pensar de sus padres. Pueden conocer con facilidad maneras de vivir que vayan más allá de las habituales en su pueblo o ciudad. Quizá sigan estancados allí físicamente, pero sus mentes pueden viajar’, indicó.
Por ello, el experto se mostró contrario a que los padres accedan a los mensajes o conversaciones que sus hijos mantienen en las redes sociales, y aseguró que además así se rompe la confianza que el menor tiene en sus mayores.
‘Algunos padres se han convertido casi en espías de sus propios hijos y controlan sus interacciones online con el resto del mundo, incluso con sus amigos. Luego, cuando algo realmente grave ocurra, ese niño no va a contarlo a sus padres porque no se fía’, explicó.
Pese a no querer sugerir una edad a partir de la cual sea seguro para un niño entrar en las redes sociales ya que ello depende de cada caso concreto, Constine sí desaconsejó el uso antes de los 10 años.
‘En su primera década de vida, una persona no tiene desarrollado el sentido de la identidad propia como para tener que presentarse online’, concluyó.