A principios de este 2021 WhatsApp se vio sacudida por la huida de algunos usuarios que, motivados por el cambio en sus políticas de privacidad, prefirieron dejar de usar la aplicación que por esas fechas ya contaba con unos 2 mil millones de usuarios en todo el mundo.
¿Exageraron o hicieron bien al tomar las debidas precauciones para resguardar su privacidad? ¿Por qué muchos usuarios consideran que WhatsApp es insegura?
La primera de las suspicacias sobre sus intenciones, tiene que ver con que la plataforma de mensajería, y también red social, fue adquirida por Facebook en 2014, por lo que era de esperarse que al contar con la gran cantidad de datos de los usuarios, éstos podrían ser utilizados por otras aplicaciones, incluida la red social líder, para ofrecer segmentaciones más precisas a sus anunciantes y así crear publicidad mejor dirigida y más eficaz para alcanzar los objetivos de sus clientes.
¿Y los metadatos?
Si bien en su momento la aplicación respondió de forma expresa a estas suposiciones, incluso siendo enfática en que no se compartirían datos con su empresa matriz respecto a los contactos de sus usuarios, ubicaciones, registro de llamadas, así como el contenido de los mensajes que están y seguirían seguirán siendo resguardados con sus políticas de privacidad y seguridad; cabe considerar que en cuanto a los metadatos (datos acerca de los datos) de sus usuarios no hizo aclaraciones.
Es necesario explicar que cualquier aplicación que, como en el caso de WhatsApp, logra acumular un gran número de usuarios, tiene a su vez una cantidad suficiente de metadatos que pueden ser organizados, analizados de forma estadística y utilizados para observar comportamientos y establecer tendencias de uso futuro, que son de utilidad para estudiar segmentos de mercado o incluso el diseño de nuevos productos. Esto es lo que se conoce como Big Data.
Si bien en su momento hubo un sector que calificó como exagerado renunciar a las conversaciones con amigos y familiares por restringir el acceso a sus datos, el tema se convirtió en tendencia y sirvió, sin dudas, para crear conciencia entre los usuarios sobre la importancia de tomar medidas para el resguardo de su privacidad y la protección de sus datos personales. Además, significó una oportunidad para educar en el tema de la responsabilidad personal en el resguardo de la información que proporcionamos al usar herramientas digitales.
En México, país donde WhatsApp cuenta con 80 millones de usuarios, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de datos personales (INAI), organismo encargado de resguardar los datos personales de los ciudadanos, hizo un llamado a los usuarios de la plataforma a leer con detenimiento las nuevas políticas y tomar una decisión informada antes de aceptar los nuevos lineamientos de la compañía.
Sin embargo y pese a lo que se lee en la página del servicio de mensajería sobre la privacidad de las conversaciones, quizá no estamos del todo a salvo. Recientemente, tras darse a conocer los alcances del software Pegasus, utilizado en 2019 por diversos gobiernos del mundo para realizar ciberespionaje, WhatsApp admitió que, debido a un fallo en su seguridad, ese programa, creado por la compañía israelí NSO Group, sí logró interceptar la comunicación de mil 400 de sus usuarios, entre los que se encuentran activistas de derechos humanos y periodistas.
No es de extrañar entonces que algunos organismos a nivel mundial, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), prohibiera a sus altos funcionarios el uso de WhatsApp para su comunicación interna, al considerar que la aplicación no es 100% segura.
¿Qué tan seguras son entonces las alternativas a Whatsapp como Telegram y Signal?
Sin duda, una de las características que hacen vulnerable a la plataforma líder es precisamente su popularidad: al contar con la mayor cantidad de usuarios, los esfuerzos de los hackers para encontrar vulnerabilidades estarán prioritariamente enfocados hacia ella y en menor medida hacia las aplicaciones de menor alcance.
Además de que ser menos populares las hace menos atractivas a la ciberdelincuencia, Telegram por ejemplo, cuenta con funciones de seguridad adicionales: no descarga copias de archivos y conversaciones en el dispositivo usado y tiene la posibilidad de crear conversaciones que se eliminan al pasar determinado tiempo, dos características que minimizan el riesgo de acceso a la información privada de los usuarios.
Por otro lado, conocer la historia de Signal permite reflexionar sobre sus valores: fue fundada por un ex empleado de Twitter, anarquista, que tomó como punto de partida la primavera árabe para crear un sistema de mensajería que no pudiera ser intervenido por la autoridad. De esta forma, cuenta con un sistema de cifrado de extremo a extremo de igual forma que WhatsApp, pero también ofrece un código de verificación que permite al usuario ser el único que puede acceder a sus datos.
Además, esta plataforma funciona con un código abierto, esto quiere decir que su programación o la forma en cómo está construida puede ser vista por quien quiera consultarla, lo que permite hacerle mejoras constantes, incluso detectar posibles fallos de seguridad y corregirlos.
Es verdad que a primera vista la privacidad de nuestras conversaciones de WhatsApp están resguardadas, aunque también es cierto que alimentar con nuestra información los metadatos de Facebook es una realidad en la que seguramente ya estamos inmersos quienes seguimos usando este servicio de mensajería.