WeWork, debilitada ya después del intento fallido de hacerse pública el año pasado, ahora, con las complicaciones del coronavirus podría recibir un golpe fatal.
En unas cuantas semanas la pandemia global alteró la estrategia de WeWork, ya que se convirtió en un elemento disuasorio para los clientes y una gran responsabilidad para la empresa, que no puede permitirse más contratiempos.
La compañía se niega a reembolsar a los clientes que están trabajando desde casa o liberarlos de los contratos de arrendamiento sin penalización, aunque ofreció renunciar a los aumentos de alquiler planeados.
Muchos de sus clientes, especialmente las pequeñas empresas, consideran cancelar contratos o se ven obligados a incumplir. Más de una cuarta parte de los clientes de WeWork tenían contratos de arrendamiento mensuales a partir de junio pasado, según el prospecto de la compañía para la oferta pública inicial.
‘Estoy bastante seguro de que los lugares de trabajo nunca serán los mismos después de esto’, dijo Amol Sarva, director ejecutivo de Knotel, un pequeño competidor de WeWork.
El efectivo sigue siendo una preocupación. WeWork dijo la semana pasada que tiene acceso a miles de millones de dólares en deuda, pero a partir de septiembre la compañía estaba perdiendo más de 400 millones de dólares al mes.
El mayor patrocinador de WeWork, SoftBank, amenaza ahora con deshacer un acuerdo para comprar acciones de otros accionistas. Aunque SoftBank insistió en que está comprometido con WeWork, la medida bloquearía una muy necesaria línea de crédito de mil millones para la compañía. La fecha límite para que SoftBank complete el acuerdo es en una semana.
Finalmente, está el virus. Los inquilinos se enfrentan a dificultades económicas o mandatos programados para trabajar desde casa, por lo que podrían optar por no renovar los arrendamientos a corto plazo, dejando colgado a WeWork por miles de millones en obligaciones de arrendamiento a largo plazo.
Adam Mutschler, un ejecutivo que alquila una oficina de WeWork en Washington, DC, dijo que la compañía está siendo irresponsable al permanecer abierta durante la crisis, cuando las autoridades le piden que se quede en casa.
‘Su mensaje es sobre la comunidad’, dijo Mutschler. ‘Pero esto no es un movimiento comunitario. Si le importara, cerraría’. El ejecutivo dijo que firmó un contrato de arrendamiento de dos años el otoño pasado para ahorrar alrededor del 10% en su espacio de oficina, pero que una vez que termine la crisis, quiere encontrar una manera de terminar su contrato antes de tiempo.
Habría que agregar el teletrabajo, que ahora de manera imprescindible está generando una adopción intensiva y extensiva, como una alternativa real y valiosa que trae consigo múltiples beneficios en el plano empresarial, laboral, ambiental y social.
De hecho, con el teletrabajo, y utilizando todo el potencial de las tecnologías de la información y comunicaciones (ya disponibles) se inicia y acelera un nuevo modelo en el que los espacios físicos son prescindibles parcial o totalmente, con todas sus implicaciones.