Telegram, la popular aplicación de mensajería instantánea, se ha convertido en un centro de actividad extremista en línea, utilizada tanto para difundir teorías conspirativas como para organizar disturbios.
El servicio, que comenzó a operar en 2013, es una de las aplicaciones más descargadas a nivel mundial. Su configuración de chat privado lo ha convertido en un espacio libre para el debate abierto en países con regímenes autoritarios.
Sin embargo, su enfoque relativamente laxo en la moderación de contenido la ha convertido en un objetivo principal para los gobiernos que intentan detener la propagación de desinformación que puede desestabilizar a las sociedades.
En agosto, Telegram fue utilizada para fomentar y coordinar disturbios antiinmigrantes en el Reino Unido. El primer ministro, Keir Starmer, respondió prometiendo tomar medidas enérgicas contra las plataformas de redes sociales que contribuyeron a inflamar el malestar.
Telegram es un servicio de chat basado en texto que compite con WhatsApp, pero con funciones adicionales similares a las que se encuentran en X (antes Twitter) o Facebook.
Cientos de millones de personas en todo el mundo utilizan Telegram como una herramienta de comunicación sencilla y cotidiana. Los usuarios también pueden publicar historias, crear grupos de discusión o establecer canales, los cuales pueden atraer a millones de suscriptores y convertirse en influyentes fuentes de noticias e información.
En 2023, Bloomberg descubrió que Google Search es el principal impulsor del tráfico hacia sitios web que albergan deepfakes o pornografía generada por IA. Es difícil rastrear a los extremistas que se unen a Telegram y envían información falsa o provocativa a individuos o a través de salas de chat y canales.
Las fuerzas de seguridad tienen más capacidad para persuadir a Meta Platforms, propietaria de Facebook y WhatsApp, de que ayude a identificar a los usuarios que participan en actividades ilegales, ya que es una empresa que cotiza en bolsa y tiene sede en EU. Sin embargo, han demostrado ser en gran medida impotentes cuando se trata de Telegram, que tiene su sede en Dubái.
Por otro lado, la compañía ha introducido un sistema de recompensas que permite a los creadores de contenido quedarse con el 50% de los ingresos generados por la publicidad en sus canales. Sin embargo, gran parte del financiamiento de la plataforma aún proviene de sus propios fundadores.