En 2004, Mark Zuckerberg era un estudiante más de informática de Harvard. 10 años después se ha convertido en el principal responsable del mayor fenómeno de Internet en la última década. Desde cualquier ángulo que se mire, Facebook impresiona: 1,200 millones de usuarios, de los cuales un 57% de ellos lo utilizan a través del móvil. Sólo el año pasado fueron compartidas 219 mil millones de fotos y se produjeron 1.13 trillones de “me gusta”.
Más allá de un prodigio social, la plataforma es también una máquina de hacer dinero. Las ventas en publicidad del último trimestre totalizaron unos 1.58 mil millones de dólares. Cada día, los usuarios de Facebook invierten un total de 20 mil millones de minutos en mirar sus mensajes y las actualizaciones de sus amigos, eventos, y con mayor frecuencia anuncios y publicaciones de marcas.
Es este inmenso manantial de “atención” de donde Facebook extrae su fortuna y la de sus inversores. Tres ideas fundamentales forman los pilares de la economía de la plataforma: las páginas de las marcas y sus publicaciones orgánicas y patrocinadas, los anuncios en distintas posiciones dentro de la página de cada usuario y el simple pero muy poderoso botón de “me gusta”.
Al revelar sus preferencias a través del botón de “me gusta”, cada usuario crea poco a poco lo que E.Life denomina “Brand DNA” o ADN de las marcas, haciendo posible que la plataforma clasifique al usuario dentro de varias “tribus” de consumo de acuerdo con el rastro digital de intereses que va dejando. Imagina a una mujer que indica que le gusta el maquillaje, los esmaltes de uñas, champús y marcas asociadas; hablamos de un perfil que se adecuaría perfectamente al target de una publicidad relacionada con ropa interior femenina, por ejemplo. El gran capital de Facebook reside precisamente en este repositorio de perfiles de consumidores que revelan todos los días un poco más acerca de la estructura de su “Brand DNA”.
A medida en que el comercio migra hacia Internet y las decisiones de los consumidores se orientan por la interacción tanto con personas como con contenidos en medios digitales, todas las marcas sentirán la necesidad de invertir en maneras de sumarse a estas millones de conversaciones que suceden día a día en redes sociales. Al posicionarse como uno de los principales portales digitales, Facebook se ha convertido sin duda en una pieza fundamental y mediador de trueques entre empresas y personas.
En la era de la transparencia, los resultados positivos de las marcas vendrán mayoritariamente del diálogo con el consumidor y buena parte de ellos ciertamente seguirán sucediendo en Facebook.