Las reiteradas recomendaciones de actualizar las contraseñas y hacerlas más complejas, además del permanente esfuerzo de los especialistas por mejorar los controles técnicos en todos los niveles y áreas, no han sido suficientes para frenar drásticamente los ataques cada vez más virulentos y sofisticados de la delincuencia.
Al parecer, el actual sistema de contraseñas está en un proceso gradual de obsolescencia por su falta de fiabilidad, ante lo cual se prevé que el futuro radica en la doble autenticación que involucre técnicas biométricas.
Un problema creciente es que cada vez más hay un mayor volumen de datos en Internet, y éstos son cada vez más importantes, ya sean transaccionales, bancarios, empresariales, profesionales o personales, todos los cuales afrontan riesgos que en los últimos años se han incrementado notablemente, de tal manera que una contraseña por sí sola no puede ofrecer suficiente seguridad.
Ante esta situación, se vienen desarrollando sistemas para que las contraseñas no se almacenen en las empresas sino se cierren al ámbito de las personas, con lo cual se podría disminuir el espectro de riesgo.
Por otro lado, generar nuevas metodologías de autenticación no es algo sencillo, por lo cual la atención se está centrando en eliminar contraseñas que hacen más compleja la movilidad en la red.
Ante este escenario, se están poniendo en práctica soluciones de biometría, es decir, autenticación a través de la voz, la huella digital, el iris y el reconocimiento facial.
De hecho, ya se está utilizando ampliamente esta tecnología en ambiciosos proyectos de grandes corporativos, mismos que se están estandarizando para transacciones y pagos, incluso con teléfonos inteligentes. Estas tecnologías están considerando desde luego el almacenamiento de datos.
No obstante toda esta área de oportunidad, la biometría en el plano de la autenticación aún enfrenta grandes limitaciones y desafíos, más allá del uso en los móviles, por lo que por ahora el inicio de una posible solución radica en el uso de la autentificación de dos factores, es decir, una contraseña y además algún recurso biométrico, con lo cual se podrían lograr disminuciones significativas, con los riesgos inherentes.