¿Qué es lo que se espera de un líder de negocios en el siglo XXI? Durante muchas décadas, quizás siglos, la misión de los líderes era tener las respuestas a todas las preguntas en la punta de la lengua. Responderlas era parte de su cargo. Después de todo, se esperaba que el jefe fuera un «sabelotodo».
Los cambios en el modelo de administración provocados por las experiencias de los líderes y de los consultores en las grandes empresas, y por el propio impulso de las sociedades contemporáneas, causaron cambios significativos en el papel de los líderes.
Hoy en día, trabajamos con personas de diferentes culturas y formación, con equipos que trabajan al lado o a kilómetros de distancia. Por ello, he aprendido diversas lecciones que pueden enumerarse de la siguiente manera:
1. Para tener éxito en la administración es necesario saber hacer las preguntas correctas en el momento adecuado y a la persona correcta. El poder lo tiene quien sabe cómo llevar a cabo una buena conversación: debido a que vivimos una época de administración compartida, de trabajo participativo de colaboración e intercambio constante de ideas, es fundamental aprender a hacer buenas preguntas.
2. A este aprendizaje le sigue otro extremadamente importante para nosotros, los gerentes. He aprendido que debo cuidarme. Cuidar mejor mi salud, mi tiempo y mis relaciones. Decidí dedicar la mayor parte de mi tiempo a las personas, valorando más las relaciones, ya sean profesionales, familiares o sociales. Empecé a confiar más en los equipos, a delegar más, a ser menos centralizado y más colaborativo. Empecé a utilizar más la tecnología para administrar a aquellos equipos que se encuentran en lugares distantes. Ahora entiendo que el equilibrio en mis relaciones es el fundamento de una vida sana y próspera.
3. También aprendí que lo importante es lo que hago, no lo que digo o escribo. En mis interacciones diarias, escucho hablar a muchas personas y he leído suficiente material escrito, pero después de todo, lo que me importa son las acciones. Es por sus acciones que es posible evaluar el compromiso de las personas que se relacionan conmigo. Para mí, lo importante es lo que se hace.
4. Sin embargo, no basta con «hacer» las cosas de forma automática, sin estar en control de tus acciones: hay que hacer las cosas conscientemente. Hay tantos temas que invaden y contaminan los pensamientos a lo largo de la vida, que nos hacen sentir que estamos perdiendo el control. Me di cuenta de que muchas veces asumimos nuestras acciones diarias en piloto automático. Pero es cuando tomamos el control de nuestras vidas que llegamos a ser más productivos, más objetivos y más felices. Aprendí que tengo el control de mi vida: tomo mis decisiones con plena conciencia.
5. Asimilé que no estoy solo. Los líderes solitarios, encerrados en sus oficinas, tomando decisiones por sí solos, ya no combinan más con el estilo de las sociedades contemporáneas. Vivimos en la era de la participación, la colaboración, la integración y la apertura al cambio. Los grandes líderes, incluso con el volumen de información al que se tiene acceso hoy en día, saben que ya no pueden tener el control de todo. Necesitamos compartir información, pensar y tomar decisiones en grupo.
6. Aprendí que mi vida es una sucesión de ciclos. La explicación que más tiene sentido para mí es la visión de los septenios que explica y contextualiza por qué vivimos cambios significativos en nuestras vidas cada siete años. Esto no es una ciencia exacta, pero mirando hacia atrás, veo que cada siete años suceden grandes e impactantes cambios en mi vida. Hay un cambio de ciclo. Y no se trata de dejar todo atrás. Solo se trata de entrar en el siguiente ciclo cuando el otro se ha completado. Pronto cumpliré 49 años. Un nuevo septenio comenzará para mí.
7. Aprendí a confiar en los conocimientos que tengo por la mañana cuando despierto. Abandoné el viejo hábito de tomar decisiones con la mente cansada. Los grandes desafíos necesitan tiempo para reflexionar y para analizar los hechos desde múltiples ángulos. La experiencia me ha demostrado que esto surte efecto. Hasta el momento, puedo decir que las decisiones que he tomado con una mente descansada fueron las más asertivas. Sé que cada uno de nosotros tiene su estilo y el horario más adecuado para estar más relajado y conectado con el ser interior. A continuación les dejo un consejo: Encuentren su reloj interno y utilícenlo para tomar decisiones con la mente descansada.
8. Aprendí a establecer metas. Suena fácil, pero no lo es: aprender a establecer objetivos con eficacia no es tan simple. La objetividad y la racionalidad de las matemáticas se convirtieron en mis mejores aliados en la fijación de objetivos. Los objetivos deben ser claramente establecidos, con objetivos que realmente se puedan cumplir, con plazos y otros medios que pueden medirse. Cuando me pregunto y analizar por qué algunas personas llegan más lejos que otras, logrando mejores resultados, ya sea profesionales o personales, noto que la planificación estuvo presente en sus decisiones. Podemos ayudar a las generaciones presentes y futuras del mundo de los negocios a planificar más, a usar las matemáticas para establecer metas más.
9. Aprendí que hay que soltar, confiar, delegar, perdonar. La belleza del trabajo en equipo radica en cómo actuar frente a un equipo formado por personas con formas de ser y personalidades diferente y aun así lograr los resultados deseados. Soltar y delegar requieren de un cambio en su manera de comunicarse, de pedir las cosas, de capacitar y de transmitir sus expectativas. Se requiere, por encima de todo, autocontrol y autoconfianza. Implica evaluar la conducta en las relaciones con los clientes, proveedores, empleados. El impacto en la calidad de las entregas y el respeto de los plazos. Delegar es necesario. La confianza es primordial.
10. Trato de hacer lo correcto desde la primera vez, en el primer intento y dentro del plazo establecido.
Parece que algo rutinario, pero tiene que ver con la disciplina, el enfoque, la educación, la productividad y el compromiso. Hacerlo bien desde la primera vez permite ahorrar tiempo y recursos. Repetir el trabajo es una pérdida de tiempo y de recursos. Si puedo aportar algo a este país que me dio la bienvenida, al cual aprendí a amar, en donde construí mi familia y en el cual trabajo, me gustaría ser esa voz que anima a la gente a invertir en las habilidades para hacer lo correcto desde la primera vez. Es una cuestión de coherencia. Es una cuestión de responsabilidad. Es una cuestión ética. Si me comprometí a entregar algo, si soy parte de una misión y si una etapa de ella depende de mí, tengo que hacer todo lo posible para evitar el desperdicio de tiempo de recursos al no entregar a tiempo.
Creo que si todos juntos hacemos lo correcto desde la primera vez y dentro del plazo determinado, podremos convertir al país, donde vivamos, en un país más productivo y admirable.
Por Laurent Delache, Vicepresidente de Aspect Latam