A partir de 2021, los coches eléctricos tendrán que hacer un poco de ruido ante la nueva legislación de la Unión Europea, que aplica para los vehículos que no emiten sonidos y supongan un problema para la seguridad vial.
La ventaja actual de los vehículos eléctricos e híbridos es que no generan ruido, lo cual ayuda a disminuir los efectos de la contaminación acústica. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta situación provoca daños en la salud de las personas, tanto la pérdida física de la audición, como los efectos psicológicos de ansiedad, estrés e irritabilidad.
Sin embargo, esta virtud puede suponer un inconveniente para la seguridad del resto de usuarios de las calles.
Esta medida entró en vigor a partir de este lunes en la Unión Europea, obligando a los vehículos a seguir unos requisitos mínimos de emisión del sonido para que sean más fácilmente percibidos.
Desde ayer, es necesario actualizar los requisitos del sistema de alerta acústica de vehículos (AVAS, por sus siglas en inglés) de todos los vehículos silenciosos de transporte por carretera en Europa, como los eléctricos híbridos y eléctricos
puros.
Esta ley comunitaria afecta a los modelos de la nueva homologación a partir del 1 de julio y a todos los que se comercialicen a partir de julio de 2021. La medida permite dar un tiempo de adaptación a los fabricantes y consumidores.
Esta modificación afectará, según la propia institución, a los vehículos de las categorías N y M, es decir, a los vehículos de motor para el transporte de personas y a los de mercancías.
Los coches tendrán que emitir sonido cuando vayan a menos de 20 km por hora y cuando circulen marcha atrás. El sonido que se añada lo podrán decidir los diferentes fabricantes, pero la legislación de la UE especifica que deberá ser similar a la de un motor de combustión y estar entre los 56 y los 75 decibelios. También quedará prohibida la desactivación manual del ruido, una opción que era posible antes en este tipo de transportes.
Según la Unión Europea, esta decisión se debe a que la reducción del ruido ha eliminado una fuente importante de la señal acústica que advierte a los usuarios más vulnerables, como pueden ser las personas con discapacidad visual o ciclistas, por lo que es un cambio para la mejora de la seguridad de los mismos.
Hace unos años, la ONCE ya manifestaba que la probabilidad de choque con una persona aumenta un 40% en relación con los automóviles más audibles.