Si bien los desacuerdos entre General Motors (GM) y United Auto Workers (UAW) parece que gira sobre el tema de pagos, en realidad se aborda el futuro de los automóviles en Estados Unidos.
Las inquietudes e incertidumbres compartidas por la UAW y GM
ya no se trata de cuándo los automóviles con motor de combustión interna serán reemplazados por coches eléctricos, sino qué tan rápido tendrá lugar este cambio.
El cambio a lo eléctrico significa una transformación fundamental de lo que harán los trabajadores y cuántos de ellos se necesitan para hacerlo.
Los autos eléctricos tienen muchas menos piezas, lo que significa que se necesitan menos personas para armarlos. Cuando un analista desarmó un Chevrolet Bolt y un Volkswagen Golf, descubrió que el Golf tenía 125 piezas móviles más que su contraparte eléctrica.
Además, las piezas de los vehículos eléctricos son a menudo más fáciles de instalar utilizando máquinas automáticas.
Las propias estimaciones de la UAW de que el paso a la electrificación puede costarle a 35,000 miembros perder sus empleos, puede que no sea el estudio más científico jamás realizado, pero probablemente tampoco esté lejos.
GM ha intentado apaciguar a la UAW con promesas específicas, incluida la construcción de una planta de baterías eléctricas en una de las ciudades más afectadas por el reciente cierre de fábricas.
Pero incluso esta táctica solo ha confirmado los peores temores de la UAW: la planta de baterías no necesitará tantos trabajadores, y GM preferiría pagarles menos de lo que hacen los los trabajadores en las plantas que requieren un montaje más complicado.
Todo esto no es culpa de alguien. GM está tratando de responder a una tendencia global que debe seguir para mantenerse relevante. La UAW está tratando de proteger a sus miembros, pero es crucial que las partes trabajen juntas, porque representan colectivamente una parte de la industria estadounidense que se está quedando atrás en su competencia global.
Tomemos como ejemplo el año 2023: UAW y GM están negociando un contrato de cuatro años que expirará en ese momento.
Mientras tanto, en Alemania, esta semana se están llevando a cabo las primeras audiencias en una demanda colectiva presentada por 450,000 consumidores de ese país contra su mayor fabricante de automóviles, Volkswagen, por el escándalo de emisiones de diésel.
Los expertos legales creen que la demanda, como el contrato de UAW, también encontrará su resolución en 2023.
A diferencia de Estados Unidos, en Alemania la gente está presionando al fabricante de automóviles para que se aleje de la tecnología tradicional hacia la nueva era.
Por otro lado, China y Europa son dos caras diferentes de la misma moneda. El mercado automotriz chino es tan nuevo que muchos de sus consumidores están a punto de comprar su primer automóvil, y sus fabricantes no tienen accesorios heredados para motores combustibles.
Los fabricantes de automóviles y los consumidores europeos están en la posición opuesta, pero ambos, gracias en parte a las regulaciones más estrictas, se han enfrentado más rápidamente con la transición eléctrica, han invertido más en su futuro y, por lo tanto, están más preparados para el cambio.
Lo que parece hoy una pelea, es en realidad un cambio por la futura relevancia estadounidense en la industria global.