El cibercrimen incide cada vez más en diversas industrias, especialmente en la financiera y la manufactura, pero también en organizaciones e instituciones públicas y privadas, para llegar incluso a las personas individualmente.
En la actualidad, la ciberdelincuencia cuesta a la economía mundial más de 400 mil millones de dólares al año, según IBM Security.
Sin embargo, se estima que para 2020 haya alrededor de 1.5 millones de vacantes en puestos de ciberseguridad a nivel mundial, lo cual pronostica una seria escasez de especialistas dedicados en este campo.
No obstante esta carencia, es mucho lo que podemos aportar todos los que estamos inmersos en procesos digitales y establecemos relaciones y transacciones dentro del mundo de las redes, sobre todo si adquirimos conciencia de que a cambio de recibir todos los beneficios que genera la Red, estamos haciendo públicos nuestros datos personales dentro de un mercado voraz que está consciente del valor de los datos, con los riesgos inherentes a nuestra seguridad y privacidad e integridad.
Debemos reflexionar en las acciones y compromisos que podemos tomar tanto las empresas como los particulares para hacer frente a este desafío histórico, producto de una nueva cultura digital y del desarrollo tecnológico cuyo alcance y dinámica nos rebasa y nos obliga a evaluar, entender y enfrentar sus implicaciones negativas.