Cualquier desliz en la palabra o imagen, expuestas sin intención de trascendencia, pueden despertar el morbo, la sátira, el bullying, la venganza etc., que se magnifican sin límites de tiempo y espacio en una progresión exponencial que abruma, angustia, avergüenza y aniquila en lo social, personal, familiar y profesional a quien se expone deliberadamente o no a las redes sociales de Internet, luminoso invento que puede ser usado también para envilecer.
Pareciera ser que un gran número de internautas disfruta del desprestigio a niveles de linchamiento, en un frenesí contagioso y destructivo de la masa tuitera.
Esta pulsión viral ocurre en todo el mundo, ya sea hacia políticos, figuras religiosas, artistas, empresarios y en general personajes expuestos al público, pero también a personas comunes y normales que, de pronto se convierten en trending topic en calidad de blanco de caza.
Desde luego, lo contrario también ocurre cuando de la noche a la mañana, aparecen artistas, cantantes etc., con dotes geniales y con millones de seguidores; o bien en convocatorias populares que denuncian y buscan reivindicaciones sociales, económicas políticas, etc.
Pareciera ser que los daños y beneficios de las redes sociales son tan valiosos y enfermizos como la naturaleza humana.
A continuación reproducimos el caso dramático de Monica Lewinski: