Las amenazas a la seguridad de un país van más allá de los misiles y los drones: el ciberespacio es un nuevo lugar para la guerra y Estados Unidos ha convertido el asunto en una prioridad y quiere hacer del ataque la mejor defensa.
Los presupuestos de Defensa en Estados Unidos no pasan por el mejor momento tras la aprobación de una reducción paulatina de 500,000 millones de dólares en los próximos diez años. A pesar de ello, el Departamento de Defensa prevé quintuplicar sus esfuerzos en seguridad cibernética de manera inmediata.
Estados Unidos pasará de 900 a 4,900 soldados y civiles destinados a contrarrestar -y también atacar- de manera específica las amenazas informáticas según informaciones vertidas recientemente por el diario The Washington Post.
Según el diario, que cita fuentes oficiales, la razón no es otra que el cambio de estrategia: de la prevención al ataque.
«La creciente amenaza cibernética es la motivación detrás de lo que el Pentágono está haciendo. La amenaza es real y va en aumento. Estados Unidos depende del ciberespacio para muchas cosas: el gobierno, la economía, el sistema de defensa… Son todos dependientes del ciberespacio», dijo el profesor especialista en seguridad de la Universidad Utica de Nueva York, Joe Giordano.
En 2010, el Pentágono abrió el Comando de Defensa Cibernética (Cybercom) de la mano del entonces secretario de Defensa, Robert Gates. Se trata de una unidad subordinada al Comando Estratégico estadounidense cuya vocación inicial era defender sus redes operativas militares.
Pero las amenazas han aumentado hasta tal punto que tanto el actual jefe del Pentágono, Leon Panetta, como la secretaria de Seguridad Nacional (DHS), Janet Napolitano, han advertido de posibles «Pearl Harbors cibernéticos» o «ataques cibernéticos como el 11S». La última advertencia fue la pasada semana.
«No debemos esperar a sufrir un 11S en el mundo cibernético. Hay cosas que podemos y debemos hacer ahora mismo que, aunque no pueden prevenir el ataque, podrían reducir los daños», dijo recientemente Napolitano en una conferencia en el Wilson Center en Washington.
«Hay enemigos por ahí que se dirigen a los sistemas nacionales de defensa y las infraestructuras nacionales de ciberdefensa son un área de primordial importancia», insistió Giordano.
«Un ciber Pearl Harbor tiene que ser tomado en serio. El éxito de ciber Pearl Harbor por parte de un enemigo puede tener efectos muy graves y de larga duración», añadió.
Ya no sólo es peligroso que un «terrorista informático» se adentre en los sistemas de inteligencia y militar estadounidenses, sino que también se corren grandes riesgos si simplemente se infiltran, por ejemplo, en las redes operativas de transporte o de agua corriente.
Pero no son los únicos.
Según el experto en ciberseguridad cibernética del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) James Lewis, al menos 12 de las 15 mayores potencias militares del mundo se están preparando «para la guerra cibernética».
Hasta ahora el Cybercom se ha centrado principalmente en medidas defensivas, pero ahora pasará a tener una fuerza de combate de la era de internet al reconocer una amenaza cada vez mayor en el ciberespacio.
El primer cuerpo para redoblar esfuerzos será el de «las fuerzas de la misión nacional» para proteger los sistemas informáticos que sustentan las redes eléctricas, centrales eléctricas y otras infraestructuras consideradas críticas para la seguridad nacional y económica.
Pero en su expansión sobre todo destacan «las fuerzas de misión de combate» cuyo objetivo será ayudar a los comandantes basados en el extranjero a planear y ejecutar ataques y otras operaciones ofensivas contra los posibles enemigos.
«Dados los agentes maliciosos que están ahí fuera, y el desarrollo de la tecnología, en mi opinión, no hay duda de que algún enemigo va a intentar un ataque cibernético importante en Estados Unidos en algún momento», explicó al diario William J. Lynn III, ex subsecretario de Defensa, quien ayudó a forjar la estrategia del Pentágono de ciberseguridad.
Los principales desafíos se ciernen sobre cómo integrar a las nuevas fuerzas de seguridad para la red en los cuerpos de tierra, mar y aire; así como el despliegue de agentes cualificados que participen del entrenamiento y la coordinación en esta materia entre el Pentágono y el DHS, pero de lo que no hay duda, por unanimidad, entre los expertos es de que tendrán que hacerlo.
EFE