Por primera vez en su historia, Brasil, un país de escasas manifestaciones, protagoniza unas protestas masivas organizadas de forma espontánea a través de Facebook, la «red social rey» de un país que consume con voracidad este tipo de productos, ahora con un amplio cariz político.
La última vez que se vivía una situación social semejante fue en 1992, cuando la indignación ante la situación económica y política del país llevó a miles de personas a salir a la calle para pedir la dimisión del presidente de la época, Fernando Collor de Mello, envuelto en un escándalo de corrupción.
Entonces no había redes sociales e internet apenas se conocía, y las manifestaciones estaban encabezadas por cabezas visibles, algunas de las cuales comandarían años después el destino del país, como el Partido de los Trabajadores del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y de la actual mandataria, Dilma Rousseff.
Ahora, más de veinte años después y en medio de la celebración de la Copa Confederaciones, centenas de miles de brasileños salen a las calles con algunas reivindicaciones parecidas a las de entonces, como acabar con la corrupción y mejoras en salud y educación, a la que se ha añadido como novedad el rechazo a los gastos astronómicos en los eventos deportivos.
Sin embargo, carecen de un líder definido, de un portavoz o una organización, y lo que lo que los une a todos son las redes sociales, en particular Facebook.
Eso plantea dificultades a la propia Policía. «No hay un ningún liderazgo, una coordinación. No sabemos nunca lo que van a hacer, cuál es la pauta», dijo el coronel Marcelo Pignatari, responsable por el comando de la avenida Paulista durante una protesta el pasado jueves.
Por ello, la Policía ha comenzado a monitorear las redes sociales, admitió.
Los eventos se multiplican por Facebook con las más variadas intenciones, desde las protestas que buscan mejorar la sociedad hasta propuestas para pedir restaurar el Pazo Imperial, un edificio colonial en el centro de Río de Janeiro.
Según datos difundidos esta semana por el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Sociedad de la Información, en Brasil hay 80.9 millones de usuarios de internet y 139.8 millones de usuarios de teléfono móvil, en un país con más de 190 millones de habitantes.
En la manifestación de este jueves en Río de Janeiro, la estudiante de Filosofía Naomi Baranek, de 19 años, explicaba a Efe que ella se enteró de la marcha por Facebook, aunque también había movimientos estudiantiles dentro de las universidades públicas que daban esta información.
Las universidades son «un punto de encuentro para deliberar» los temas de interés en «este frente de lucha», cuenta a Efe Rian Rodrigues, un estudiante de Educación Física de 25 años que forma parte del Foro de Luchas contra el Aumento del Pasaje.
Se trata de un movimiento de Río de Janeiro que nació para evitar las subidas del precio de los billetes del transporte público, pero que ahora se sienta a discutir otros temas.
Rodrigues reconoce que «falta liderazgo, dirección» en las protestas y que este debería surgir «de los partidos de izquierda» del país, a la vez que critica el papel de los grandes medios de comunicación de Brasil y la derecha política ante las manifestaciones.
Al mismo tiempo, los participantes en las protestas han abucheado a militantes que han llevado banderas de partidos de izquierda a las marchas y el jueves quemaron una del PT en Sao Paulo, en un intento de mantener el movimiento apartidario.
Según el profesor de Historia Renato Pellizzari, la tardanza de la población en comenzar a manifestarse creó una especie de necesidad de querer reivindicar todo al mismo tiempo.
«Pero ahora que el pueblo supo que puede reivindicar, tiene que mostrarlo siempre que esté insatisfecho, tiene que participar activamente, no solo en las urnas. Tiene que manifestarse durante los cuatro años de mandato, influir en las decisiones», afirmó.
EFE