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Facebook y una campaña sucia sacude elecciones en Austria

El canciller federal, el socialdemócrata Christian Kern, se defiende desde hace semanas de acusaciones que vinculan a su partido con dos páginas de Facebook que difundían historias xenófobas y antisemitas para desacreditar a su principal rival y hasta ahora socio en el Ejecutivo, el conservador Sebastian Kurz.

Este joven político de 31 años lidera con su Partido Popular (ÖVP) todas los sondeos con alrededor del 33 % de los votos, seguido por el ultraderechista Partido Liberal (FPÖ) y el SPÖ, con un 25 % de los apoyos cada uno.

Mientras socialdemócratas y conservadores que gobiernan juntos desde 2007 se despellejan en público, la ultraderecha, que siempre ha acusado de corrupción y nepotismo a los grandes partidos, podría acabar siendo la gran beneficiada.

El SPÖ contrató a comienzos de año como consultor de campaña al israelí Tal Silberstein, conocido por sus métodos tan agresivos como poco ortodoxos.

A mediados de agosto Silberstein fue detenido en Israel por blanqueo de capitales, fraude y sobornos, aunque en un caso que no estaba relacionado con su trabajo en Austria.

Tras esa detención, Kern dijo que cortaba todo vínculo con el experto.

Silberstein es especialista en campañas sucias y ha trabajado en el pasado para varios políticos en Israel, Europa y Sudamérica, siempre con el objetivo de encontrar fórmulas para empañar la imagen del contrincante rival.

De hecho, el documental «Our brand is crisis» relata en 2005 su método de trabajo en las elecciones presidenciales de 2002 en Bolivia, ganadas por Gonzalo Sánchez de Lozada.

«Tenemos que empezar una campaña sucia contra él. Tenemos que transformarlo de un candidato limpio a uno sucio», le dice Silberstein a Sánchez de Lozada sobre el entonces aspirante presidencial Evo Morales.

A Kurz, entre otras cosas, se le acusaba con bulos en esas páginas de Facebook de tener planes para abrir las fronteras a una nueva oleada de inmigrantes musulmanes, como en 2015, y ser aliado del conocido magnate y filántropo húngaro de origen judío George Soros.

Ese tipo de acusaciones, incluida la mención de Soros, una de las «bestias negras» de la ultraderecha europea, pretendían confundir sobre el origen de las web y sugerir que el FPÖ estaba detrás.

Aunque Kern negó cualquier conocimiento de la campaña sucia, el secretario general del SPÖ, Georg Niedermühlbichler, acabó asumiendo la responsabilidad y dimitió el pasado 30 de septiembre, lo que reventó la campaña socialdemócrata.

Desde entonces el ÖVP y el SPÖ se han cruzado demandas judiciales y acusaciones de todo tipo, mientras las encuestan empezaron a castigar a Kern, quien lidera el Gobierno desde mayo de 2016.

En un intento de repartir la responsabilidad de la campaña sucia, el SPÖ dijo haber sido víctima de un robo de datos, mientras que Peter Puller, un colaborador de Silberstein, acusó al ÖVP de haberle ofrecido 100,000 euros para pasarse de filas.

Mientras que el ÖVP asegura que sus contactos buscaban conocer lo que había detrás de las historias falsas que salpicaban a Kurz, el propio Puller publicó un vídeo en internet en el que se somete a un polígrafo para demostrar que no mentía.

Así, este escándalo, que parece más propio de una película de conspiraciones que de la realidad, ha ensombrecido la recta final de las elecciones y algunos analistas consideran que con él se ha dañado incluso la confianza de muchos en la propia democracia.

La imagen del SPÖ, un partido que se ha opuesto al antisemitismo desde su fundación, ha salido además muy tocada del escándalo por utilizar precisamente difamaciones racistas y anti-judías.

Y que precisamente un israelí y judío como Silberstein haya ideado esta campaña no deja de sorprender y horrorizar a muchos, mientras que la credibilidad de Kern está por lo suelos, ya que pocos creen que no supiera nada de la campaña sucia.

Todo ello en un país que participó activamente en el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial, y donde el antisemitismo es un asunto especialmente delicado hasta hoy.

EFE