En una relación simbiótica, la nube e Internet conviven haciendo espacio a la innovación y el desarrollo tecnológico.
Analistas de este tema opinan que el cómputo en la nube es por ahora el gran habilitador del desarrollo de Internet.
Las personas y las organizaciones, en el desempeño de nuestras actividades, dependemos y aprovechamos cada vez más el cómputo en la nube, donde se procesan cantidades enormes de información, en una red de gran velocidad que está siendo abordada masivamente por los teléfonos inteligentes.
En opinión de The Economist, ‘la nube ha alcanzado su mayoría de edad’ al considerar, entre otras cosas, que Amazon Web Services generó ingresos por 4,400 millones de euros en 2014, lo cual representó un aumento del 50% respecto del año anterior.
Entre los beneficios fundamentales de la nube está el facilitar el acceso a los datos particulares desde cualquier dispositivo y lugar, así como procesar y almacenar con gran facilidad para el usuario, enormes cantidades de información con poca infraestructura y a un menor costo.
La nube está siendo el gran habilitador de la innovación tecnológica, tal como está ocurriendo con el Internet de las Cosas, que permitirá conectar una cantidad ingente de personas, objetos, dispositivos, máquinas, procesos, etc. entre sí. Esto significa, según Gartner, que en 2020 habrá 26,000 millones de objetos conectados a la Red.
En su máxima expresión, las grandes dimensiones de la nube se conjugan en granjas de servidores con inmensos centros de almacenamiento de datos.
Por ejemplo, Google cuenta con 14 centros de datos en todo el mundo, donde toda la información radica por lo menos en cinco de ellos a manera de respaldo en casos de desastre y con la seguridad informática necesaria para hacer frente al desafío más grande del Cómputo en la Nube: la seguridad digital y la privacidad de los datos, que en años recientes ha sido severamente dañada.