La criptomonedas igual despiertan entusiasmo y expectativas, que temores y rechazo por ser un fenómeno reciente que irrumpe en los modelos empresariales, las prácticas comerciales y financieras, así como las finanzas públicas y privadas, con un potencial vertiginoso a causa de su condición como alternativa al manejo convencional del dinero.
Su naturaleza digital y virtualizada dificulta en alguna medida la comprensión y entendimiento de sus funcionalidades, sin embargo, es un hecho que inquieta a las estructuras establecidas de acceso a fondeos, pagos, transferencias y transacciones de muy diversa índole.
El amplio espectro de posibilidades de las monedas virtuales ha dado lugar a una serie de iniciativas, como es el caso reciente de Libra, la criptomoneda que ha propuesto Facebook para su lanzamiento al mercado, mismo que ha sido retrasado hasta que disponga de las regulaciones y aprobaciones necesarias de la Comisión de Bolsa y Valores, la Comisión de Futuros de Mercancías y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Todo esto deja ver las dudas, inquietudes y desconocimiento sobre los efectos que puede provocar el uso de las monedas virtuales.
El propio presidente Donald Trump alertó por la poca reputación o fiabilidad de la criptomonedas, por tratarse de un valor altamente volátil.
No obstante todo esto, el Banco Wyoming sería la primera institución en Estados Unidos en establecer una ley que permita el uso de monedas virtuales como el Bitcoin.
Siguiendo esta línea, se ha observado cómo algunos proveedores de bienes y servicios anuncian que aceptarían las criptomonedas como medio de pago; tal es el caso de Starbucks, que hace unos meses aceptó las monedas digitales para recibir pagos.
Incluso algunos negocios medianos y pequeños muestran interés en conocer y aventurarse en el uso de las criptomonedas como medio de pago.
Los acontecimientos reales y conocidos de los grandes movimientos especulativos con Bitcoin y otras criptomonedas han provocado subidas espectaculares y caídas estrepitosas, aunados a fraudes y ataques cibernéticos que han provocado incertidumbre y desconfianza sobre el futuro inmediato de las monedas digitales, más aún cuando todavía no se cuenta con la validación y aceptación de las grandes entidades gubernamentales a nivel global.
No obstante estos precedentes y consideraciones contradictorias, el potencial de las criptomonedas, ya sea Bitcoin, Ethereum, Ripple u otras, no puede desecharse radical y definitivamente, sobre todo ante el impulso arrollador de la innovación tecnológica cada vez más digitalizado y virtualizado donde las empresas podrían comenzar a aceptar criptomonedas como medio de pago, dentro de un entorno donde la seguridad, la confianza y las funcionalidades tengan un sustento formal, validado y supervisado por las entidades encargadas de proteger el sistema, así como los intereses empresariales y particulares.