En medio de la pandemia por el coronavirus y el confinamiento global, TikTok crece de manera imparable, gracias a su reproducción sucesiva y a un algoritmo realmente eficiente.
En pleno periodo de cuatentena, con la gente recluida en sus hogares y tiempo de sobra, los adolescentes se aplican a los móviles, teniendo TikTok como una buena alternativa.
La red social que permite compartir videos cortos seduce desde el primer segundo por su reproducción sucesiva y un algoritmo francamente eficiente. Con respecto a su sistema de reproducción, sin llegar a ser automático, la red ofrece un entretenimiento fácil y rápido, ideal para momentos de espera.
Sus videos de apenas 15 segundos son un pasatiempo perfecto y visto uno, con un simple toque de dedo, se tiene acceso al siguiente.
Pero esta operación no sería suficiente si el contenido mostrado no es de interés del usuario, y es aquí donde entra en juego la magia del algoritmo.
TikTok ofrece en la cuenta del usuario un contenido fácil de consumir y previamente masticado por el ‘cerebro’ interno del sistema.
La magia
El secreto de esta red reside en que cualquiera puede convertirse en una ‘celebridad’ de la noche de la mañana. No hay requisitos previos y no importa demasiado partir de cero, a diferencia del resto de redes en las que el usuario debe granjearse la confianza de un nutrido número de seguidores para alcanzar visibilidad, como sucede en Instagram o Twitter.
Si bien TikTok no ha detallado de forma oficial las claves del éxito, el sistema opera de la siguiente manera: muestra a sus usuarios los videos de las personas que siguen, pero además inserta con habilidad clips nuevos de usuarios que apenas tienen seguidores. Es aquí donde opera la magia.
Si estas nuevas secuencias tienen éxito (medido el número de interacciones y tiempo de reproducción), son promocionadas de forma automática, de manera que un novato puede alcanzar cotas millonarias en unas pocas horas.
La ventaja de esta red es que cuenta ya con un vasto número de usuarios que, por mera cuestión de cantidad, logra afinar muchísimo el tiro.
Esto es precisamente lo que le sucedió a Lara Martín, una adolescente madrileña que reconoce que el éxito le sobrevino de forma inesperada cuando utilizaba TikTok para entretenerse: ‘un día subí un video que se hizo viral y me motivó a seguir haciendo lo que me gustaba’.
La joven arrastra con alegría el peso de sus casi 108,000 seguidores logrados en tiempo récord. Esta ‘tiktoker’, con el usuario lalaricius, juega con habilidad con dos bazas que sientan las bases del éxito de la red: la música y el humor. Bailes versionados, pequeños gags… cualquier cosa vale, pero posiblemente la diferencia entre una cuenta con éxito y otra sin él, más allá del azar, reside en el trabajo. ‘Grabo el mismo video varias veces para elegir de todos el que más me gusta y luego los edito’, explica la joven.