China amplió su última ofensiva contra la industria tecnológica más allá de Didi Global, para incluir a otras dos empresas que cotizaron recientemente en Nueva York, lo que supone un golpe a los inversionistas globales, al tiempo que refuerza el control del gobierno sobre los datos sensibles.
En una serie de anuncios que comenzaron el viernes y se intensificaron durante el fin de semana festivo en Estados Unidos, Beijing ordenó a las tres compañías que detuvieron el registro de nuevos usuarios y pidió a las tiendas de aplicaciones que eliminaran el servicio de video en sus plataformas.
El ataque regulatorio se produjo pocos días después de que Didi completara una de las cotizaciones más grandes de la última década en Estados Unidos y pocas semanas después del debut de las otras empresas objetivo: Full Truck Alliance y Kanzhun.
Los inversionistas respondieron deshaciéndose de las acciones tecnológicas chinas en Hong Kong y enviando las acciones de SoftBank, un patrocinador de Didi y Full Truck, a un mínimo de siete meses en Tokio.
Didi, que cayó un 5.3% el viernes, podría extender las pérdidas cuando se reanuden las operaciones en Estados Unidos el martes.
Si bien los observadores de China han estado en alerta máxima por los choques regulatorios desde Beijing que mandaron a pique las OPI de AntGroup de Jack Ma en noviembre, la medida contra Didi y sus pares agrega una nueva dimensión, la ciberseguridad, a una represión que hasta ahora se ha centrado en cuestiones de Fintech y antimonopolio.
El Global Times, respaldado por el Partido Comunista, dijo en una columna del lunes que el acervo de datos de Didi representa una amenaza para la privacidad individual y la seguridad nacional, particularmente por sus dos principales accionistas, SoftBank y Uber Technologies, que son extranjeros.
El hecho de que Beijing apunte a cotizaciones recientes en Estados Unidos, puede enfriar la cartera de OPI en el extranjero, que ha enriquecido tanto a Wall Street como a las empresas privadas chinas.
Eso, a su vez, podría alimentar las preocupaciones de un desacoplamiento económico entre China y Estados Unidos, al menos en áreas sensibles como la tecnología, ya que tanto Xi Jinping como Joe Biden toman medidas para limitar el flujo de capital y experiencia entre las dos superpotencias.
Ayudar a las empresas de tecnología en Nueva York ha sido un negocio lucrativo para empresas como Goldman Sachs y Morgan Stanley, que fueron suscriptores clave de la OPI de Didi.