El trabajo, sea remoto, presencial o mixto, es ya una opción real que está generando incluso, nuevos modelos de negocio que la pandemia y sus efectos están configurando.
Ante esta realidad, surge la oportunidad histórica de que los empleados hagan valer su talento no solo para encontrar –como está ocurriendo– la solución a nuevos desafíos desconocidos insospechados que ponen en riesgo la sustentabilidad, la funcionalidad e incluso la permanencia de las organizaciones.
Ante esto, son los propios empleados que están en la primera línea de soporte y contacto con los mercados, los que de manera más objetiva y oportuna detectan las deficiencias de lo que ocurre, y además son quienes están en mejores condiciones para descubrir e improvisar soluciones que enfrenten las múltiples situaciones críticas, e incluso emergencias que han surgido y siguen apareciendo en los nuevos modelos de trabajo.
Las exigencias de toda índole, sea en equipos y herramientas de trabajo, comunicaciones, sistemas, procesos y tareas, así como las redes de comunicación, apoyos operativos, espacios, documentación etc., todo esto, además en un entorno digitalizado, han obligado a encontrar e innovar soluciones factibles y eficaces, haciendo valer su capacidad creativa y su talento pragmático.
Para enfrentar las dificultades y emergencias, los empleados han echado mano en lo que está en su alcance, y han tratando de vincularse con las áreas y funciones involucradas, generando así un efecto colaborativo y sinérgico que conjuga el talento colectivo, e involucra, además, a otras áreas y funciones conexas de manera transversal dentro de la estructura de las organizaciones.
El esfuerzo ha sido enorme, de grandes exigencias y con una tensión digna de reconocimiento.
Este es un momento histórico con grandes desafíos, pero también es la gran oportunidad para dar espacios y liberar el talento contenido en la “fuerza laboral” de las organizaciones.