Algunos planificadores urbanos consideran los scooters compartidos, junto con los servicios de bicicletas, son el futuro del transporte urbano.
Pero después de varios accidentes fatales y lesiones, se percibe al nuevo modo de transporte como un peligro para la seguridad, que debe detenerse.
Muchas ciudades consideran que los servicios para compartir bicicletas y los carriles confinados son una mejor opción para viajes más cortos y una forma de reducir las emisiones de carbono.
Para no quedarse atrás, incluso Uber y Lyft están lanzando iniciativas de scooters, de servicios basados en la aplicación de automóviles, sumándose a esta moda e invirtiendo dinero en startups, iniciando así una competencia en la ciudades para ser la principal marca de scooters.
Bird, iniciado a fines de 2017 en California por un ejecutivo de Lyft y Uber, y su principal rival, Lime, operan el servicio de scooters en más de 100 ciudades en todo el mundo.
A diferencia de ciertos alquileres de bicicletas que deben dejarse en los estantes designados, los scooters se pueden dejar en cualquier acera pública una vez que el conductor termina su viaje. Luego son recogidos por la noche por contratistas independientes, cargados y devueltos a las áreas de recolección designadas.
Muchos de los vehículos se quedan desatendidos en la acera de la ciudad, lo cual ha provocado que las personas se quejen del caos urbano; algunas ciudades han comenzado a limitar el número de scooters que permitirán.
En enero, funcionarios de Austin, Texas, suspendieron las licencias para alquilar scooters y bicicletas, con el fin de revaluar la seguridad y confiabilidad de los dispositivos. Esta ciudad tiene hasta 14,000 scooters eléctricos, según datos del departamento de transporte. Otras ciudades de Estados Unidos tienen flotas mucho más pequeñas.
La agencia de transporte municipal de San Francisco sugirió recientemente que duplicaría la cantidad de scooters permitidos en sus calles de 1,250 a 2,500, pero solo si las compañías registran más clientes de bajos ingresos.
Bird y Lime se han expandido agresivamente en Europa en el último año; París tiene un estimado de 20,000 scooters.
El presidente ejecutivo de Lime, Brad Bao, anunció en junio que la compañía pronto lanzará miles de scooters eléctricos en las carreteras alemanas, después de que los legisladores los legalizaron en mayo, con límites de velocidad y otras condiciones.
Bird y Lime también se han establecido en España, Portugal y otros países europeos, así como en el Medio Oriente y América Latina.
Prohibiciones
A diferencia de estos países, en el Reino Unido las leyes son estrictas y clasifican a los scooters como vehículos motorizados que requieren licencias de conducir y están sujetos a impuestos y seguros. Pero las leyes restrictivas no han impedido que los británicos se unan a la locura de la micro movilidad.
Los scooters eléctricos de propiedad privada son ampliamente utilizados en ciudades como Londres, a pesar de que los usuarios arriesgan multas y puntos de penalización en sus permisos de conducir si son detenidos por la policía.
Los scooters de pie también han sido prohibidos en las carreteras de las principales ciudades chinas como Shanghai y Beijing desde 2016.
La fabricación de scooters es una industria en auge en China; ahí es donde se fabrican la gran mayoría de los scooters utilizados a nivel mundial.
Algunos funcionarios de Estados Unidos también han citado preocupaciones de seguridad en su oposición a los scooters eléctricos, pues su impacto en la salud pública es generalmente desconocido, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Pero Consumer Report informó en febrero que ha habido aproximadamente 1,500 accidentes de personas que buscan tratamiento por lesiones relacionadas con scooters electrónicos en Estados Unidos desde fines de 2017.
Un estudio de los registros médicos de personas que usaron servicios de emergencia de septiembre a noviembre en Austin, también descubrió que casi la mitad de las decisiones relacionadas con el scooter eran ‘graves’.