Millones de dispositivos electrónicos tienen problemas de seguridad en un procesador fabricado por Intel.
El año pasado se supo que la gran mayoría de los dispositivos comercializados por la marca son vulnerables a ataques, pero no todas las debilidades se supieron en ese momento.
Esta semana la empresa alertó haber detectado, en colaboración con distintos grupos de investigación independientes, una nueva falla de seguridad que deja expuestos datos sensibles como claves, nombre de usuarios o historial de navegación en computadoras de mesa, portátiles y servicios en la nube (sin concretar la cifra de clientes afectados).
Intel informa que no tiene constancia de que se hayan producido ataques y que ya ha puesto en marcha medidas correctivas.
Expertos consultados creen que se trata de una falla igual de grave que las detectadas en 2018 y no descartan que en el futuro se descubran otras nuevos.
La compañía afirma que la nueva brecha tiene un grado de peligrosidad entre bajo y medio, es técnicamente sofisticada y su explotación en un entorno real es “extremadamente compleja”.
La firma de tecnología sostiene que ya aplicó medidas de seguridad para los procesadores de uso individual de octava y novena generación comercializados a partir de 2017, y para los servicios en la nube lanzados este año.
También explicó que ya difundió los parches para que la comunidad digital pueda proteger los entornos expuestos.