Los indicadores de innovación aumentaron en 2021 al mismo nivel que en 2020, confirmando que la pandemia no frenó el progreso tecnológico, pero las crisis geopolítica, energética e inflacionaria de 2022 sí podrían hacerlo, según un nuevo análisis de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).
El informe cada año muestra una clasificación de las economías más innovadoras, con datos en esta ocasión de 132 países, y una vez más el primer puesto lo ocupa Suiza, seguida de Estados Unidos y de Suecia, que se intercambian las posiciones que tenían el pasado año.
Reino Unido repite como cuarta clasificada, seguida de Países Bajos, Corea del Sur, Singapur, Alemania, Finlandia y Dinamarca, por lo que en el top 10 todavía hay un claro dominio europeo, pese a que China sigue ascendiendo puestos y ya es undécima.
El informe anual de la agencia técnica de la ONU muestra cifras en general positivas, como un aumento interanual del 9.8% en las inversiones en investigación y desarrollo ( I+D) de las empresas líderes en innovación (hasta los 908,000 millones de dólares) o un crecimiento de 125% (618,000 millones de dólares) de las inversiones en capital riesgo.
‘La disminución en la innovación durante la crisis de las .com de 2001 o en la crisis financiera de 2008, no se han visto en esta ocasión’, destacó al presentar el informe el director general de la OMPI, Daren Tang.
‘El crecimiento de las inversiones de capital riesgo (financiación de empresas incipientes) es lo que más nos ha sorprendido, porque normalmente se esperaría una tendencia descendente pero ocurrió justo lo contrario’, analizó el coeditor del estudio, Sacha Wunsch-Vincent.
El optimismo se transforma en incertidumbre, aunque no necesariamente en pesimismo, a la hora de analizar el impacto que la guerra en Ucrania (inflación, escasez energética y de alimentos) puede tener en la innovación mundial.
‘No creo que los grandes inversores en I+D frenen su innovación, e incluso ésta se puede acelerar en sectores como las energías verdes, ante la crisis energética’, opinó Wunsch-Vincent, aunque aún no está claro el efecto que tendrá la inflación en el progreso tecnológico.
El estudio anticipa dos nuevas oleadas de innovación a medio plazo, una derivada de lo digital basada en la supercomputación, la inteligencia artificial y la automatización, y otra basada en la ciencia profunda y centrada en avances biotecnológicos, nanotecnológicos o en nuevos materiales.
En la clasificación de este año llama la atención la irrupción de Estonia entre los 20 primeros, o de India y Turquía en el top 40.
Otra clasificación interesante del informe es la que elabora con los cien principales polos de ciencia y tecnología, en la que se percibe un dominio asiático: 11 de los primeros 20 están en Asia y las cuatro mejor clasificadas son la región Tokio-Yokohama, la formada por Shenzhen, Cantón y Hong Kong, Pekín y Seúl.
San José-San Francisco, en quinto lugar, es la primera no asiática, y hay que bajar a los puestos 10, 19 y 23 (París, Londres y la ciudad alemana de Colonia, respectivamente) para encontrar los primeros centros destacados de innovación europea.