La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, explica las raíces del ascenso tecnológico de su nación.
¿Te has preguntado qué ocurriría en un país donde la política no está polarizada por las redes sociales?
¿Imaginas uno en el cual la mayoría de las personas no solo elige votar en línea, sino que también proporciona voluntariamente su información personal al gobierno?
¿Puedes visualizar un país que sirva como un posible modelo de cómo la digitalización puede utilizarse para algo más que la desinformación y los ciberataques?
Podría decirse que ese lugar existe y se llama Estonia. Desde los servicios gubernamentales hasta los impuestos y la educación, la nación báltica se propuso transformarse en un modelo de democracia digital del siglo XXI poco después de la caída de la Unión Soviética.
En el primer episodio de la serie ‘Exponentially With Azeem Azhar’, de Bloomberg Originals, la primera ministra Kaja Kallas comparte cómo su gobierno ha buscado fortalecer la democracia en Estonia mediante la adopción de la tecnología.
Kallas, de 46 años, argumenta que ser una nación digital ha hecho a Estonia más resiliente, especialmente frente a una Rusia cada vez más beligerante. Azhar examina hasta qué punto esta experiencia positiva puede ofrecer lecciones a las democracias más grandes y establecidas del mundo.
Un elemento central del éxito de la nación báltica fue lograr que sus 1.3 millones de habitantes estuvieran en línea con identidades digitales que les permiten acceder fácilmente a los servicios, según Kallas.
‘Introdujimos las identidades digitales en el año 2000, cuando muchos aún no tenían acceso a Internet’, afirma. ‘Ese fue un acto de liderazgo por parte del gobierno, porque la gente no sabía que necesitaba identidades digitales’.